En algunos países como Estados Unidos es común que cuando los cónyuges deciden el divorcio, acudan a la corte para saber quién se queda con la custodia de su mascota.
De hecho, el juez toma a la mascota como parte de los bienes gananciales que se debe dar a uno de los propietarios, pero no a ambos.
Sin embargo, una mascota no es algo que se pueda dividir por medio de un arreglo o custodia y pocos países ofrecen consideraciones para los animales domésticos en las situaciones de divorcio de los propietarios. México no es la excepción.
Si tienes una mascota que quieras que forme parte de tu familia e insistes en mantenerla después de un divorcio, puedes hacer lo siguiente:
1) En el divorcio, tu mejor estrategia es casi siempre un compromiso. Permanece dispuesto a renunciar a las cosas que quieras de tu pareja para que puedas mantener a la mascota.
2) Crear un acuerdo informal de custodia compartida que permita que tu ex cónyuge vea al animal con regularidad.
Con el tiempo es posible que tu ex cónyuge se interese menos en visitar a la mascota.
3) Pídele a tu esposo un acuerdo de contrato formal que indique tu derecho a mantener al animal. No es probable que este acuerdo te defienda en un juicio de divorcio, pero al menos tienes una versión impresa.
Un ex cónyuge enojado es menos probable que te ofrezca la plena propiedad de los animales. Esto se dificulta si es vengativo.
En caso de que tú o tu mascota peligren debido a tu cónyuge, tendrás que dar aviso a las autoridades, aunque es más probable que se te brinde protección a ti que a tu mascota.