Una de esas tardes tranquilas y serenas, estaba yo en la puerta de casa, disfrutando el tibio sol que bañaba mi rostro y mis pensamientos, cuando comencé a observar a un grupo de gorriones, que con sus saltos y trinos parecían juguetear.-
De repente uno de ellos se separó del grupo, y comenzó a levantar vuelo, alto, muy alto, hasta que se perdió de mi vista en las alturas.-
Aquello era un hecho poco común, y visto por primera vez por mí, por lo que quedé pendiente de ver los resultados de tal fenómeno.-
A los pocos minutos, se sintió un breve ruido, y el pobre gorrión cayó desde lo alto con su cerebro destrozado.-
Comprendí que esa era la forma en que se suicidaban los pájaros, pero también logré entender en ese instante, que, hay hombres en nuestra sociedad, a los cuales se les destroza el cerebro, como a aquel gorrión, cuando suben dentro de ella, más alto de lo que su naturaleza les permite.-
Autor: Victor Iglesias Gois
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