Lo cierto es que la ropa de marca se veía como algo exclusivo, que muy pocos podrían lucir, pues eran mucho más cara, y sólo lo podrían comprar aquellas personas que tenían un “status” determinado, que tenían mucho dinero e iba unido a la elegancia, al glamour y al “buen vestir”.
Hoy en día, en la sociedad en la que vivimos, la ropa de marca ya no es algo que pertenece a la clase alta, que tenían mucho dinero.
Hay algunas marcas ya que son empleadas de una manera más general, como pueden ser las marcas de calzado deportivo como son Nike o Adidas, que venden productos pata todos los bolsillos; pero, otros como Gucci sigue siendo para algunas personas, que tienen mucho dinero -las que son originales, las que no son unas simples imitaciones-, Galmain o Yves Saint Lauren, que hace que la persona que la lleve, demuestre que tiene un alto poder adquisitivo. El gran problema no es llevar una etiqueta con una determinada marca, en una etiqueta, el problema es la obsesión por tener una determinada marca y no valorar la relación entre la calidad y el precio.
Por eso, todavía existen muchas personas que sólo compran ropa de marca debido a necesidades habituales y a necesidades sociales.
