El tsunami es una ola de longitud de onda extremadamente grande y largo período y cuyo origen es cualquier tipo de perturbación producida en el océano. A diferencia de las olas generadas por el viento que vemos en la playa, con longitudes de onda de cientos de metros y períodos de hasta 30 segundos, los tsunamis tienen períodos de entre 10 minutos y 2 horas y longitudes de onda de centenares de kilómetros.
Los tsunamis son muy veloces. La grandísima velocidad de desplazamiento que alcanzan los tsunamis condiciona enormemente cualquier sistema de alerta. Su velocidad de propagación o celeridad (C), depende únicamente de la aceleración de la gravedad y de la profundidad. Los tsunamis tienen, además, como característica fundamental la capacidad de hacer penetrar el movimiento prácticamente en toda la columna de agua.
A 5.000 metros de profundidad, por ejemplo, los tsunamis alcanzan velocidades de 800 km/h. Esto explica que el tsunami de Indonesia cruzara el océano Indico desde Indonesia hasta Somalia en aproximadamente siete horas, o que un gran tsunami originado en las Islas Canarias pueda alcanzar la costa Este de Estados Unidos.
La causa más frecuente de generación de tsunamis son en los terremotos, originados en el fondo marino o en la costa. Otras causas de generación son los deslizamientos submarinos, las erupciones volcánicas o explosiones nucleares en zonas costeras, y cualquier circunstancia, como la caída de un meteorito o asteroide, que pueda producir el desplazamiento de un gran volumen de agua en un intervalo muy corto de tiempo.
El reciente tsunami de Indonesia se produjo por un desplazamiento vertical medio de 11 metros de la falla causante del sismo. Dicho desplazamiento cubrió una longitud de unos 1.200 kilómetros y 200 kilómetros de anchura, lo que puso en movimiento un volumen colosal de agua. La destrucción causada por el proceso de inundación y por la retirada de las aguas es el elemento originario de las catástrofes asociadas a los tsunamis.
