Placer sexual, ¡sólo con su esposa!

Placer sexual, ¡sólo con su esposa!

Introducción

La sexualidad ha sido un tema abundante en el mundo. Un sujeto del cual todo se ha dicho y casi nada se sabe.

Hay 2 tendencias en los que tratan el tema: Una es la que interpreta adecuadamente el tema para edificar y provocar conductas saludables. La otra es la de la desfachatez, la negación y la perversidad.

Para los jóvenes el problema es el de la ausencia de formación responsable. El Silencio dañino que deja todo a las circunstancias. La negación, sobre todo de los padres, a platicar sobre ese tema que definirá las vidas de sus hijos en muchos aspectos. Por eso el joven descubre la mayoría de veces su sexualidad en silencio, con vergüenza y remordimiento.

Aquí vamos a optar por edificar en algo sobre este tema, por enseñar conforme al propósito de Dios algunas de las cosas que debemos aprender acerca de la sexualidad masculina y más concretamente sobre la solución al problema de la masturbación en los jóvenes.

Lo primero que haremos es citar al más sabio que ha existido en temas del mundo, incluido los sexuales: ¡El Rey Salomón!

Eclesiatés 11, 10 dice: “Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad”.

1- EL PROBLEMA

CAUSAS INTERNAS: Entendamos las necesidades fisiológicas de nuestro cuerpo: En la pubertad y en la adolescencia sufrimos una serie de procesos hormonales que nos dan la sensación de necesidad sexual. En los varones, hay producción constante de semen que se acumula en las vesículas seminales dentro de los testículos. Estas vesículas llegan a llenarse y al hacerlo, envían señales al cerebro con la exigencia de expulsar el líquido seminal, lo que sólo es posible por tres vías: la relación sexual, la masturbación o mediante lo que se conoce como “eyaculación espontánea o sueños húmedos”, y no es más que un orgasmo (en el varón) que se da mientras duerme. Este fenómeno natural en el varón, desaparece con el paso del tiempo, llega un momento que es controlable y difícilmente vuelve a suceder.

En el caso de las mujeres no existe la misma presión fisiológica pues sus cuerpos no fabrican este tipo de fluido, sin embargo en su período de fertilidad que se da aproximadamente 14 días después de la menstruación, es cuando son más susceptibles fisiológicamente hablando a responder a las motivaciones de índole sexual.

CAUSAS EXTERNAS: Dentro de los factores externos, está la presión del mundo, que fácilmente se percibe a través de la T.V. el cine, las revistas, etc. Hoy día el bombardeo sexual esta en todo su apogeo, los medios masivos de comunicación se han encargado de tergiversar el sexo y la sexualidad presentando la imagen de que el sexo es “una experiencia fantástica que debe practicarse lo antes posible”.

CAUSA CASI ÚNICA: ¡USTED! La Biblia dice que la práctica de esas cosas son obras de la carne: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.

También advierte la Biblia que ello no proviene de Dios. En 1Juan 2, 16 a17 Dios afirma: “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.

Y además nos enseña cómo es que se produce este pecado y todos los demás. Veámoslo en Santiago 1, 13 a 16: “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis”.

Lo primero que debemos hacer es aceptar, si tengo el problema y que la mayor causa es usted mismo. Porque partimos de la base que ¡ES UN PROBLEMA! Aunque los médicos hasta incentiven la masturbación, diciendo que no produce ningún trastorno físico o en la salud y aunque algunos argumenten que ni siquiera está expresamente tratado en la Biblia, sabemos que la práctica de la auto estimulación o la masturbación es un pecado y que tu salud (la física y la espiritual) puede verse seriamente comprometida cuando pecas. Éxodo 15:26 dice lo siguiente: “y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié (en el sentido de permitir que se enviara dichas enfermedades) a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”.

He visto y oído médicos, sicólogos y aun personas comunes y corrientes que hablan (o hacen chistes) de la masturbación como algo natural. Hasta llegan a proponer que se mire la auto-estimulación y las relaciones sexuales extramatrimoniales entre solteros ¡como algo permitido moralmente y necesario para nuestra vida! Pues bien, miremos de nuevo nuestro Manual Divino:

1Corintios 6, 12 a 14: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.

2- LA SOLUCIÓN

Acabamos de leer: “Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder…” Ciertamente, no habla la Biblia aquí solo de la resurrección. Habla también en este pasaje de que el poder de Dios obra milagrosamente para levantar a los que caen.

Y con esa certidumbre entonces conozcamos cual es la buena, verdadera, agradable y perfecta voluntad de Dios para su vida en este aspecto para alinearnos con ella.

1 Tesalonisenses 4, 2 a 5 nos enseña: “Ustedes saben cuáles son las instrucciones que les dimos de parte del Señor Jesús. La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios…”

En resumen Su voluntad es: A- Que seamos santos (perfectos). B- Que nos apartemos de toda inmoralidad sexual y C- Que controlemos nuestros cuerpos sin dejarnos llevar por los malos deseos. Dicho de otra manera, Dios piensa que tú tienes derecho al placer sexual, pero ¡sólo con tu esposa! Y ¿si eres soltero? Lo mismo. Y ¿si eres muy joven? ¡Igual!

El orden de estos factores no altera el producto, porque debemos hacer todo eso. Y todo eso empieza con una decisión de ganar, una decisión de ser puro, de arrepentirse y triunfar.

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”, nos dice el Señor en Hebreos 12, 14.

Seguir la perfección y la santidad (buscarla, ir en pos de ella) no es algo secundario u opcional para el cristiano. Tenemos esa obligación y “el amor de Dios nos constriñe” a hacerlo. Es algo permanente, constante, que va desde lo que consideremos más bobo hasta lo más grave. Y ¡ojo! Porque los que hemos bautizado como “pecadillos” son muy peligrosos para nuestro destino eterno. Por eso Cantares dice que las Zorras pequeñas arruinan nuestros viñedos (2, 15). Seguir la santidad requiere que seamos diligentes, efectivos, constantes. Que nos cuidemos de no abrir hoyos para no caer en ellos y de no abrir agujeros en nuestro vallado para que no nos muerda la serpiente. (Eclesiastés 10, 8)

Y por lo demás, ¡ni les cuento! La cosa es tan grave que cuando uno lee lo siguiente, queda atónito al saber cómo abomina Dios esta clase de conducta. Miren en Judas 1, 6 a 7: “Y a los ángeles que no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene perpetuamente encarcelados en oscuridad para el juicio del gran Día. Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas son puestas como escarmiento, al sufrir el castigo de un fuego eterno, por haber practicado, como aquéllos, inmoralidad sexual y vicios contra la naturaleza”.

La masturbación, sin duda, es inmoralidad y es contra la naturaleza pues el sexo lo creó Dios para los esposos. Si usted la practica, usted ante Dios tiene la categoría de Sodoma y Gomorra. ¿Puede ver lo grave que es el asunto. No se trata de ningún jueguito. Estamos hablando de la definición de nuestra eternidad.

Sigamos: Dios quiere y manda que nos apartemos de toda inmoralidad sexual. Es algo que tenemos que hacer nosotros mismos. Nadie puede hacernos esta tarea. Y si Él nos impone esa tarea es porque la podemos hacer, pues Dios no es de esos profesores rajadores que pone ejercicios para que nadie los pueda resolver.

Y toda inmoralidad incluye por supuesto la masturbación, pero también muchos actos y situaciones que nos llevan a eso. Veamos algunos: ver u oír pornografía, pasarnos de la raya con nuestra novia, tocarnos ciertas partes de nuestro cuerpo que nos excita, dejar volar nuestra imaginación en escenas eróticas con una compañera, una amiga, una profesora, la mamá de un amigo, una modelo, una actriz o una hermana de la iglesia.

Dios quiere que “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino que nos vistamos del Señor Jesucristo, y no proveamos para los deseos de la carne”. (Romanos 13, 13 a 14).

Apartarse de las inmoralidades es exactamente andar siempre como de día. No dejar campo para la lujuria o la lascivia. No proveer para los deseos de la carne. Apartarse de las inmoralidades sexuales es andar como Jesús anduvo, vestirnos de Él, ser como Él, desechando conscientemente cualquier inmoralidad hasta el punto de que ella (fornicación e inmundicia) ni siquiera se mencione entre nosotros. (Efesios 5, 3). De todo eso y otras cosas que paso por alto ahora, el Señor nos ordena alejarnos, apartarnos.

Las mejores estrategias: enfrentarlo o huir. Mejor aun: huir, huir y huir, y por allá en algunos casos enfrentarlo.

Mire la importancia que da Dios a esa estrategia.

1 Corintios 6, 18 a 20: “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”

Y otra vez en 2Timoteo 2, 22, más o menos lo mismo: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor”.

Tenga en cuenta que esa tentación nace en su corazón y no es invencible ni es para asustarnos.

1 Corintios 10, 13 nos dice: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”. Jesús ha prometido expresamente ayudarle a huir de esa tentación y de cualquier otra. Hebreos 2, 18 nos enseña: “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”.

El primer paso siempre es acordarse y declarar la Palabra de Dios. Por eso es muy importante aprenderla, memorizarla y declararla para ponerla en acción. Ustedes saben que cuando Cristo fue tentado en el desierto por Satanás, siempre le respondió con la Palabra de Dios ¿no? ¿Se acuerdan de esa parte? Leamos Lucas 4, 1 a 13: Cristo usó la Palabra como espada para defenderse de la tentación. Y el diablo se alejó ¡pero sólo por un tiempo! Como lo hará con nosotros.

¡Esta estrategia está diseñada expresamente para ustedes muchachos! Vean el Salmo 119, 9: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra”.

Pero usted no discuta con el Diablo. El conoce muy bien la Palabra. Lo mejor es declarar la porción de Escritura que conozca y ¡colgar el teléfono! Haga como dicen aquí que hacen los costeños. ¡salga corriendo para que mejor digan aquí corrió y no aquí murió!

Lo último es que controlemos nuestros cuerpos sin dejarnos llevar por los malos deseos. Recuerde siempre dos cosas: que la batalla se libra en la mente y que los hombres somos fácil presa de nuestros propios ojos.

Jesús, como ya lo saben dijo en Mateo 5, 28: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón”. Esta es otra situación de la que debemos huir.

Pero entonces somos muy inteligentes y nos creemos el cuento de que podemos mirar siempre y cuando no codiciemos. El diablo nos convence fácil de que echemos una miradita sin pensar nada malo y que al fin y al cabo ¡no hay nada malo en mirar la carta si nos abstenemos de ordenar! Pero la realidad es bien diferente. Es imposible tener claro dónde está la línea divisoria y por eso siempre la traspasamos.

Por eso el mejor método es evitar mirar y eso requiere entrenamiento y voluntad, pues usted ya lleva mucho tiempo viviendo con ese hábito de alimentar sus ojos.

Piense en esto: generalmente en la noche (o en cualquier momento) cuando usted se masturba es porque ya han pasado muchas cosas que han alborotado sus hormonas o su líbido, como lo prefiera. La mayoría de esas cosas son cosas que usted ve con sus ojos, mujeres que usted mira, escenas que primero entran por sus ojos. Usted ha convertido la impureza en hábito.

¿Usted quiere aprender a controlar su cuerpo? Fácil: ¡empiece por controlar sus ojos! Y siga con sus pensamientos y su corazón. Lo demás es pan comido.

Usted necesitará para ganar esta batalla una línea de defensa con sus ojos, una línea de defensa en su mente y una línea de defensa en su corazón.

Haga un listado de cómo y dónde es más atacado y cuáles son sus peores enemigos. Luego diseñe una estrategia para defenderse de sus peores enemigos.

Haga un pacto con tus ojos, como hizo Job. Cree el hábito de desviar la mirada. Para eso hacer va a necesitar una espada y un escudo.

La espada es un versículo corto, que tengo siempre a la mano. Sugerimos Job 31: “Hice pacto con mis ojos”. O Proverbios 4, 25 “Tus ojos miren lo recto…”

Su escudo debe ser otro versículo o parte de un versículo que memorice y en donde se refugie y en el cual medite aun si no está en tentación. Sugerimos 1Corintios 6, 18 a 20: “Huid de la fornicación. Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”

Pero usted bien puede elegir uno que recuerde más.

Cree el hábito de que sus ojos reboten. Eso estará listo en unas seis semanas, haciéndolo permanentemente. Pero no se enfoque en este lapso de tiempo sino que enfóquese en hacerlo.

No se desanime por las trampas de sus ojos al principio. ¡Es natural pues es lo que han hecho mucho tiempo y se van a resistir! ¡Pero al final usted ganará porque el que está en usted es Superior a todo!

Al principio creerá que es imposible, pero créame: se puede porque yo lo hice y muchos lo han logrado.

La tarea con la mente es igual y al mismo tiempo.

La línea de defensa en tu corazón es más intima y se construye fortaleciendo la autenticidad de tu amor cristiano por las chicas con las que sales y aumentando el compromiso de ser una bendición para otros. Deseas honrar a toda chica con que sales ¡al igual que deseas que lo haga el hombre que está saliendo con tu futura esposa!

MÁS AYUDAS.

A- Usted debería hacer parte de un grupo de rendición de cuentas. Eso le ayudaría muchísimo. Escoja uno o dos más hombres maduros que le puedan pedir cuentas y déselas con sinceridad.

B- Mantenga una relación viva y activa con Dios que involucre oración y adoración.

C- Sea consciente de qué tanto la Televisión, el cine, los videos, las revistas, el internet, los catálogos de ropa interior, las vallas de publicidad atractiva y sensual, etc. afectan su apetito sexual.

Ayer nuestra Pastora nos trajo una Palabra que aplica perfectamente para la solución que estudiamos ahora. Isaías 52, 1 a 3: “Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion”.

3- CONCLUSIÓN

Usted puede ser puro. Debe ser puro. Será puro.

La masturbación no es una enfermedad incurable, pero tampoco es necesaria o normal. Es sólo una vergüenza, una culpa, una indignidad, una fiebre, un pecado, una esclavitud de la que debemos librarnos. Ya Jesús lo hizo en la cruz y lo que liberta el Hijo es verdaderamente libre. Ahora le toca a usted su porción. Quitar las cadenas que usted mismo ha forjado.

Dios quiere que usted sea santo y perfecto, que se aleje de la inmoralidad sexual y que domine o controle su cuerpo. Hacerlo es cosa suya. Puedes y debes.

Arrepiéntase hoy mismo y cambie de rumbo que el Señor le respalda. Pida en oración fortaleza. Dios no lo dejará ni lo abandonará. Al contrario, El ha prometido que cuando el pecado abunda, sobreabunda la gracia (Rom 5, 20).

Cuando lo logre tendrá en vez de culpa, frustración y prisión, Vida en abundancia.

Cuando lo logre Dios estará sonriendo.

Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com

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1 Comentarios

  • CanisResponder

    2009-07-31 11:13:39

    He leído con atención el artículo precedente y estoy de acuerdo de que se incentive los valores cristianos de una sexualidad sana, y adempas que el sexo en el matrimonio es bendecido por Dios... Pero, ¿qué pasa cuando dentro del matrimonio CRISTIANO uno de los esposos no puede tener ralaciones sexuales por una enfermedad? ¿Debe el cónyuge masturbarse?

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