Esas escenas de película en las que ves a un grupo de amigos, usualmente jóvenes, yendo de viaje de carretera mientras cantan canciones todo el rato... cuando lo vemos, solemos pensar “qué yanqui, ¿verdad?” Sin embargo, no tiene por qué ser yanqui. Cierto, las road movies han popularizado ese tipo de escenas en parte, pero la necesidad de cantar a coro durante un viaje largo es un sentimiento muy humano, muy universal. Yo lo tengo, mis amigos lo tienen, y por eso el viaje de fin de semana que hicimos de Málaga un pueblo de las afueras el fin de semana pasado fue muy, muy divertido. Todo gracias a mi decisión de haber buscado, en su momento, coches de segunda mano en Málaga. ¡Ya iba siendo hora de que alguno de nosotros tuviera vehículo!
Porque, además, soy la abstemia del grupo: ni bebo ni fumo, así que estoy en la posición idónea para convertirme en la taxista oficial y necesaria cuando alguno de mis amigos se emborracha. Velo por ellos y, a cambio, ellos hacen de mis trayectos algo único y divertido. Porque son algo único y divertido, sobre todo si tenemos en cuenta que la emoción por la compra todavía me dura. Es que tendríais que ver el coche: nadie diría que es de segunda mano, sino que firmarían y pondrían manos y piernas en el fuego con tal de aseverar que es totalmente nuevo. Y por esta maravilla, encima, solo pagué la mitad de precio. ¡La mitad! Figuraos entonces la alegría que aún llevo encima.
Queda ver si desencadeno una reacción en cadena (valga la redundancia) y alguno de estos locos se compra también un coche. Yo les informaré como es debido sobre cómo buscar coches segunda mano de Málaga. Es facilísimo, así que dejar pasar la oportunidad por pereza sería un error imperdonable.
