Las albercas inflables son una excelente opción para mantener a los niños entretenidos y fresquitos durante los días de calor. Baratas, fáciles de instalar y con una gran variedad de tamaños y formas, son la solución perfecta para quienes no disponen de mucho espacio ni presupuesto.
El único problema que pueden presentar es el del mantenimiento del agua en un correcto estado. En las albercas más pequeñitas, se resuelve vaciando el contenido y rellenando siempre que sea preciso. Sin embargo, cuando nos encontramos con modelos de grandes dimensiones esta solución ni es rentable, ni recomendable desde el punto de vista del gasto de agua.
Como estas albercas no cuentan generalmente con un sistema de filtrado, ni depuradora, lo único que se puede hacer es aportar productos químicos que impidan el desarrollo de microrganismos, algas y bacterias. Eso sí, es importante aplicarlos en la medida correcta y mantener una rutina adecuada.
Proporción correcta de cloro
La proporción correcta de cloro, que es el desinfectante más eficaz en estos casos, es de 4.0 partes por millón. Esto es, en una alberca de unos 2.200 litros de capacidad basta con incorporar una taza de cloro. Si no queremos comprar uno de los que se comercializan específicamente para estas albercas, podemos usar cloro blanqueador hogareño sin olor.
Es importante realizar mediciones para que se mantenga esta proporción, un mínimo de 1 y máximo de 6.0 ppm. Como medida de apoyo, por las noches se puede agregar entre un octavo y un cuarto de taza para que repose y el efecto sea más eficaz. También ayuda aportar bicarbonato de soda (una taza) para mantener estable el nivel de pH.
