En este artículo quiero hablarte de un asunto que creo que preocupa a muchas personas que se plantean emprender una psicoterapia: el dolor que puede acarrear.
El trabajo con un psicólogo puede llegar a ser confuso y también doloroso, en ese sentido no quiero engañarte. Probablemente, si emprendes un terapia psicológica, no te resultará fácil en algunos momentos.
Supón que tener un vaso limpio y transparente fuese algo muy importante para ti. Sin embargo, el vaso está muy sucio, cosa que, lógicamente, te molesta bastante. Para poder conseguir ver el cristal transparente hay que echar agua, y durante el proceso el vaso estará aún más sucio que al principio. Es paradójico que esté más sucio cuando se está limpiando. La cuestión es que ese proceso turbio, confuso, donde el vaso parece más sucio que antes tiene un valor en tanto que es parte del proceso para limpiar el vaso.
Otro ejemplo. Si acudes al dentista con un diente enfermo y el dentista hurga y rasca pero sólo en los dientes sanos, la cita no será dolorosa, pero tampoco habrá sido de utilidad para el diente enfermo.
Afrontar problemas implica habitualmente algún tipo de dolor. Aunque, si ese dolor se interpusiera entre la vida que llevas ahora y la vida que deseas, ¿estarías dispuesto a sentirlo?
Espero que estés dispuesto. Y te aseguro que, si tu y yo formásemos un equipo, nos moveríamos en terrenos dolorosos cuando fuese estrictamente necesario para que alcances tus objetivos.
Ojalá que mis anteriores palabras te animen a moverte hacia lo que valoras en la vida. Hasta pronto.