El fenómeno conocido como exudación del hormigón se produce en el hormigón fresco por el ascenso del agua de amasado y depende, entre otras cosas, de lo fino que sea el cemento empleado.
Los materiales que contiene el concreto al ser vertido tienen distintas densidades y hay una tendencia a la decantación de los áridos más pesados y un ascenso del agua, menos densa.
La exudación del hormigón es una forma de segregación de sus componentes en la que el agua tiende a subir hacia la superficie del hormigón al no poder arrastrarla los áridos con ellos al irse compactando.
El agua, al ascender, crea en la superficie del concreto una capa delgada, débil y porosa que no tiene resistencia ni es durable. El agua que llega a la superficie generalmente se evapora de una forma lenta, pero si la evaporación es más rápida que la velocidad de su migración del interior hacia la superficie se crearán fisuras de retracción plástica por afogarado.
La pérdida de agua por exudación tiene una parte positiva que es la de reducir la relación agua/cemento del hormigón con una repercusión favorable sobre las resistencias. Sin embargo, al migrar desde el interior va creando una serie de conductos capilares que restan impermeabilidad al hormigón y que lo hacen poco durable, especialmente frente a las heladas.
Al ascender el agua arrastra con ella cemento formando una capa delgada de lechada que al secarse crea una película débil que debe eliminarse siempre que se tenga que adherir este hormigón con otro o con otros materiales empleando adhesivos.