A todo mundo le gustan los refrescos y mucha gente los toma como si fueran agua y su bebida del día que acompaña todos y cada uno de sus alimentos. Pero lo que no saben es que los refrescos son tan malos como el cigarro y no alimentan en lo más mínimo.
Los pocos pero valientes médicos y nutricionistas que se han atrevido a enfrentarse a la poderosísima industria embotelladora de refrescos, señalan que al beber un refresco se está consumiendo más azúcar de la que nuestro organismo requiere. Como esa azúcar está refinada, no contiene ningún nutriente, por lo que resulta un tóxico en el organismo. Y si en vez de azúcar se endulza con edulcorantes artificiales como la sacarina, o el aspartame, peor.
Actualmente se consume entre los jóvenes más refrescos que leche, cosa que no ocurría hace 50 años, por lo que la obesidad aumenta considerablemente el riesgo de diabetes y trastornos cardiovasculares, presión arterial, hipertensión y la osteoporosis provocada por la falta de calcio, que NO aporta ningún refresco. Las mujeres son las más afectadas por la osteoporosis. Y desde luego, los refrescos son lo peor para los dientes.
Igual que los cigarros, los refrescos de cola sobre todo, deberían llevar una leyenda que dijera “este producto puede ser perjudicial para la salud y causar efectos en el sistema nervioso de los niños.” ¿O acaso ya no es una droga la cafeína? No dejes tu salud en manos de los refrescos porque puedes tener problemas muy graves como la hipertensión o presión arterial. En lugar de consumir refrescos, opta por tomar tés que son saludables y muy ricos.