Hoy en día, oímos muchísimo hablar sobre el “liderazgo” como cualidad imprescindible a la hora de dirigir un equipo de trabajo. No obstante, la mayoría de las veces relacionamos el liderazgo con la alta dirección de una empresa, cuando la realidad es bien distinta; “Lider es la persona a quién los demás recurren en busca de convicción y claridad para actuar”.
Por tanto, tenemos que olvidarnos de la leyenda popular que afirma que los líderes son personas fuera de la normal, con unas capacidades para ejercer ese papel casi sobrenaturales. TODOS podemos actuar como de líderes dentro de una empresa; Para ello sólo tenemos que poseer varios valores fundamentales tales como la capacidad para escuchar lo que otros tienen que decirnos, la capacidad para ponernos en el papel del resto… Pero, principalmente hay un valor esencial en la figura de un líder: La coherencia
La coherencia es un valor intrínseco de la personas. Coherentes son aquellos que actúan en base a lo que piensan y asumen las consecuencias de ello, tanto si son positivas como negativas. Este tipo de personas que articulan a la perfección el pensamiento con la acción son verdaderos modelos a seguir dentro de los equipos de trabajo, lo cual los convierte, automáticamente, en líderes del mismo.
A largo plazo, las personas coherentes generan credibilidad entre las personas de su entorno ya que son totalmente claras y transparentes. Es en esta confianza sobre la que se sustenta el papel del líder; Una persona jamás podrá liderar un equipo de trabajo si sus integrantes no creen en él.
Con un líder con una gran capacidad de coherencia es como se forja un equipo de trabajo comprometido y sólido. Ello genera un aumento de la productividad y, por tanto, una empresa en la que las personas se sienten a gusto y los proyectos se llevan a cabo de manera exitosa.