El masaje geriátrico es una forma de manipulación que satisface necesidades específicas en la tercera edad.
Los ancianos sufren, frecuentemente, padecimientos relacionados con la edad, como parkinson, artrosis, diabetes o enfermedad coronaria que originan problemas circulatorios y actividad física limitada, ansiedad, depresión y soledad. El masaje les ofrece una mejor calidad de vida al ayudarles a mantener su salud, recuperar algunas funciones físicas y aliviar la ansiedad y depresión.
Se emplean las mismas técnicas básicas que en el masaje general, en sesiones breves, de 20 a 30 minutos, aproximadamente. Los movimientos suaves, confortables y relajantes alivian la tensión muscular, corporal y mental; los pasivos, con estiramientos suaves de hombros, piernas y pies favorecen la movilidad y flexibilidad articular; ocasionalmente, se emplean movimientos más fuertes, como fricción y presión.
El masaje geriátrico no produce efectos adversos, pero no debe emplearse si hay fracturas, áreas inflamadas, hematomas, úlceras de decúbito abiertas o sin sanar, venas varicosas, cirugías recientes, dolor agudo importante, trastornos cardíacos, algunos tipos de cáncer, antecedentes de formación de coágulos sanguíneos o tratamientos farmacológicos con anticoagulantes, ya que aumenta el riesgo de sangrados bajo la piel. Si es vigoroso, puede asociarse a sangrados de órganos vitales, como el hígado, y a la formación de coágulos sanguíneos. Al impartirlo debe tenerse mucho cuidado y, de preferencia, deberá ser indicado por un médico que conozca al paciente.
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