Imágenes IA: el ready-made del siglo XXI que aniquila al arte

Imágenes IA: el ready-made del siglo XXI que aniquila al arte

Sam Altman, CEO de ChatPGT

 

La inteligencia artificial, como herramienta y producto artísticos, entraña la “paradoja estética” con la cual Duchamp quiso acabar con el arte. Autoría, estética y gusto en las imágenes IA se pueden cuestionar a la luz de los ready-made del artista francés.   

La aniquilación del arte 

En una entrevista con Francis Robert en 1963, Duchamp declara que su intención al crear ready-made era acabar con el arte. Para ello utilizó objetos prefabricados que se producían masivamente a partir de patrones. Por tanto, no eran atribuibles a una persona ni considerados como “creación única”. Eran objetos cotidianos que Duchamp extrajo de su contexto y los presentó como una “paradoja estética”: una obra sin autor, sin atractivo estético y sin gusto. 

Sin embargo, tuvo que reconocer que su proyecto fracasó, porque su “contradicción” se leyó como una obra artística. 

“El hecho de que los ready-made sean mirados con la misma reverencia que los objetos de arte quiere decir probablemente que no logré resolver el problema consistente en tratar de acabar por completo con el arte”, declaró Duchamp. 

El espectador aceptó la popularización de los ready-made, mientras que la crítica se adaptó a la paradoja. En el 2004, “La fuente fue elegida por 500 especialistas del mundo del arte británico, como la obra de arte más influyente del siglo XX”, según afirma Gisela Asmundo en El ojo del arte

La inteligencia artificial como herramienta

Para Duchamp cualquier obra hecha con un producto manufacturado era un ready-made. Desde este punto de vista, las imágenes IA son un ready-made. Pero la IA es una herramienta y producto artístico. Como herramienta, trabaja simbióticamente con el artista aportándole patrones que ha aprendido de nosotros; tiene y tendrá presencia en la vida, como declaró el CEO de ChatPGT: 

“La inteligencia artificial se convertirá en una extensión de ti mismo, te complementará para ayudarte a ser tu mejor versión”. 

La “simbiosis” cambia de acuerdo con el tipo de IA. Hay un sistema de inteligencia artificial que crea las imágenes según las órdenes que le da el artista. Pero hay otro programa que el artista manipula para crear sus propias asociaciones, como la imagen  de este artículo inspirada en la Última Cena y elaborada por el artista Gabriel Galland. 

Una tercera opción está orientada a un público general: las funciones de la IA para convertir-a partir de asociaciones prefabricadas- una fotografía o una pintura en imágenes al estilo de una producción animada. El mejor ejemplo de esto, la euforia desatada por las imágenes al estilo Ghibli.    

En cualquiera de los casos, el producto final es un objeto prefabricado marcado, notablemente, por la inteligencia artificial, que plantea las “paradojas estéticas” del ready-made. 

La inteligencia artificial como ready-made

La primera de ellas, la autoría. Si se trata de las conversiones al estilo animado, no hay nadie detrás de esto, excepto un programa que las producirá masivamente siguiendo patrones. Esto se aplica para la tendencia de “obras creadas” únicamente por IA. Asimismo, quienes utilizan la herramienta niegan, de alguna manera, la producción individual y resquebrajan el mérito total de la obra.   

Luego, la imagen. La IA produce un “objeto sintético” capaz de crear la ilusión de que es confección humana. Pero en la imagen prevalece lo humano y no-humano, la intención estética, pero sin aura, la máquina alcanzando lo humano y el artista logrando la “optimización” que promete la inteligencia artificial. 

Finalmente, el contexto: la aniquilación del aura. La IA se convierte en el espacio donde cualquier asociación es posible aún si falla la imaginación del artista. La creatividad se obnubila por lo artificial, que hoy es reverenciado como arte, pero que está aniquilando el arte como expresión profundamente humana

 

 

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