Muchos cristianos conmemoran durante el Domingo de Resurrección, el día en que Jesús ascendió al cielo después de su crucifixión y con el que culmina la Semana Santa. Pero Cristo desea resucitar en nosotros, aunque Su fuerza sólo puede sernos de ayuda si nos esforzamos en practicar los Diez Mandamientos y El Sermón de la Montaña, sólo así regresaremos a las moradas que Dios tiene preparadas para nosotros, a Su reino que no es de este mundo.
Especialmente en Semana Santa muchos se preguntan por el sentido de la vida de Jesús, por su crucifixión y su resurrección. En un extracto del libro “Esta es Mi Palabra”, Él mismo explica el acontecimiento de Su ejecución. Y dice: “Todo lo soporté para que la Redención pudiera venir a todas las almas y hombres. Las tinieblas calumniaron Mi cuerpo físico, se burlaron de él y lo mataron, pero no consiguieron separarme de Dios haciéndome dudar de Él. Yo permanecí en Mi Padre y el Padre permaneció en Mí. Y así vino a este mundo la gloria del Padre, como luz redentora. Y nadie puede apagar esta luz del mundo“. (Cap 82, 17-19).
La Luz redentora que es la Luz de Cristo, sirve de apoyo para cada alma y cada ser humano. Es la seguridad para el camino de regreso al hogar eterno. Cristo es el sustento en el alma y el camino hacia una vida feliz, plena, llena de satisfacciones, hacia aquello que cada uno añora y busca en su existencia.
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