Si alguna vez ha preguntado a un compositor cómo le vino la inspiración de determinada canción o composición, le puede dar infinidad de respuestas, como que se inspiró en algo cotidiano, una persona conocida, un paisaje, una experiencia emocional o que la melodía surgió de repente durante un viaje o un paseo.
Y es que la inspiración puede aparecer en cualquier momento, lo difícil es que llegue, porque no aparece cuando tú quieres, sino en el momento más inoportuno.
Unas veces al compositor se le ocurre una melodía en la ducha o cuando está cocinando o haciendo cualquier otra cosa y tiene que dejarlo todo y buscar lápiz y papel o una grabadora para anotarlo antes de que se olvide, pues igual que viene se va.
Pero, ¿Qué hacer cuando la inspiración llega, por ejemplo, cuando se conduce o en medio de una reunión importante? Pues esperar hasta tener ocasión de anotarlo, tarareando, confiando en que no se olvide, y muchas veces se olvida.
En algunas ocasiones el compositor se ve en sueños componiendo una canción preciosa y en el mismo sueño se repite, “Esta canción la tengo que escribir”, pero al despertar la melodía ya se ha borrado y por más esfuerzos que se haga ya no se vuelve a recordar.
Y en todas las artes la inspiración es esencial e inoportuna.
Quizás por todo esto Pablo Picasso dijo alguna vez: “Que la inspiración te sorprenda trabajando”.