Liberalización de horarios comerciales

Liberalización de horarios comerciales

Me consta que la noticia, fastidiará a muchos y regocijará a otros tantos. Así viene ocurriendo desde que el mundo es mundo y las circunstancias obligan al legislador, bien por capricho o necesidad, a tomar decisiones que afectan de manera directa al ciudadano. Sobre todo, cuando a los apellidos de la ley les precede el topónimo: “prohibir”, tan extendido y de uso común en nuestros días. Léase por doquier: prohibido fumar, prohibido rezar, e incluso cuando llegue la temporada, no faltará el consabido: prohibido torear. Más difícil si cabe, es dividir al personal cuando al vástago se le bautiza con el nombre de “liberar”, pero aún así, y en un alarde de despropósito, nuestro gobierno lo consigue.La liberalización y consecuente ampliación de los horarios comerciales que ha propuesto el Presidente como pieza clave para la dinamización de la inversión y el empleo, ha encontrado una réplica inmediata y contundente por parte de las administraciones autonómicas en lo que consideran una intromisión del gobierno Central en sus competencias más sensibles.Bajo la bandera del proteccionismo al pequeño y mediano comercio, comunidades como la Catalana o la Andaluza pretenden dinamitar el proyecto que a Rodríguez Zapatero se le ha metido entre ceja y ceja llevar a cabo. Por otro lado, las grandes superficies ven con ojos de plato la reforma, y ya se frotan las manos ante la posibilidad de adivinarnos deambular por sus pasillos los domingos por la tarde.Pero realmente, ¿qué opinión tenemos los consumidores al respecto?

Parece claro que una primera reflexión egoísta nos invite a salir en defensa de nuestros derechos y necesidades básicas. A mayor competencia y flexibilidad horaria, mejores precios y comodidades. A más horas de trabajo disponibles dentro del mercado laboral, mayor necesidad de contratación. Todo perfecto y plausible. Hasta aquí la cara A del single, donde casi siempre suena la mejor melodía.Lo jodido lo escuchamos después, cuando le damos la vuelta al disco y nos encontramos con que la filarmónica sindical, ataca los primeros compases del recorte en los derechos fundamentales de los trabajadores. Y no les falta razón porque estoy seguro que las grandes superficies, no aceptarían los números que salen en la calculadora. Tecleemos y veamos: si un Centro comercial emplea a cincuenta currantes en horario de apertura dominical permitido, la teoría nos dice que trabajan cuatrocientas horas en global; que cuando las multiplicamos por cuarenta y cuatro domingos de más, obtenemos la bonita cifra de diecisiete mil seiscientas horas anuales de trabajo efectivo esperando dueño. Por otro lado, si legalmente un empleado puede trabajar mil ochocientas horas anuales, la división nos arroja un resultado de nueve contratos y pico por Centro de trabajo que debieran hacer efectivos las multinacionales para poder abrir todos los domingos y fiestas de guardar, sin contar, por supuesto, con que ampliar a diario el horario de apertura, incrementaría el cociente de manera exponencial. ¿Ustedes lo creen?, los sindicatos, tampoco.

Una segunda reflexión nos acercaría a escudriñar en la temática social y la conciliación laboral de los trabajadores. Me ponía como ejemplo un lector, la alegría con que los comerciantes del interior acogerían la reforma cuando evidenciasen que ni el mismísimo Dios, cambiaría un planazo de shopping y cine en la Capi, por el fuet y la longaniza de un pueblecito montañés. Que sí, que el aire puro y la excursión bien valen la gasolina del finde, pero a los dos meses, cada mochuelo a su olivo y el lugareño a darle puerta a un negocio que se habrá quedado sin clientela. Entre tanto, la vida bullirá en la ciudad y uno de los cónyuges paseará a los niños por el supermercado mientras el otro, esbozará una sonrisa cómplice y continuará apilando cajas de conserva al otro lado del mostrador. Por la noche, cuando llegue a casa, ya les dará un beso aunque estén dormidos, que mañana es lunes y el madrugón para el colegio no se lo quita nadie.

Y lo más triste de todo, y si no al tiempo, será constatar como en el velero libertario del Presidente, la mitad de la tripulación trabajará los domingos de manera alterna, con el doble de tareas en sus petates y el mismo sueldo en la cartilla, mientras en la calle del paro seguirán fumando los grumetes con la esperanza demasiado lejana de embarcarse.

DE CABREOS Y DEVANEOS: http://vpucholm.wordpress.com

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