Los amigos del SOSAPACH

Los amigos del SOSAPACH

Hace un par de días me fui a echar unos pulcazos coquetos con unos cuates del SOSAPACH, gente chambeadora que según el chismógrafo oficial, el nuevo señor del agua les dice los limpia caños.

Estando en la pulquería decidimos pedir unos sabrosos curados de melón, y entre sorbo y sorbo les pregunté que quién era su nuevo patrón, porque no me dejarán mentir, de unos meses para acá en la oficina del capataz ni secretaria hay.

Estos cuatachos me dijeron que su nuevo patrón era Don Mario Jiménez Blanca, pero que en realidad quien movía el ratonero era un tal Víctor Neri, “… un güero que siempre está hablando por teléfono, quesque con la presidenta, dice …”, – ¿y ese quién es? – “… dicen los compas de materiales que les dijo que llegó ahí porque es amigo de las hijas …” – ¿De cuáles hijas tu? – “… pues las de la jefa Paola, dice el Neri que las conoce porque sus chavos van en la escuela de las Angon, que por eso le tienen confianza, incluso dice que ninguna compra del SOSAPACH pasará si no tiene su autorización y hasta le subieron el sueldo porque dice que una parte se la entrega al propio papá de la presidenta…” – No pues ya salió el peine, no cabe duda que para trabajar en el SOSAPACH o eres novio o eres amigo.

Nos pedimos unos chapulines para acompañar nuestro pulcazo de melón, y entre risas, tragos y anécdotas, salió de boca de uno de mis cuates, que Don Mario es un tremendo berrinchudo, pues dicen que no soporta seguir las indicaciones de la señora, que a uno de los jefes le sacó una tarjeta de esas de presentación y le dijo “ve bien chamaco quién es el Director, léele bien y acuérdate que el verdadero señor del agua y quien da las indicaciones aquí soy yo”.

Estaba tan buena la chorcha pulquera, que entre cotorreo y cotorreo dicen que Don Mario Blanca solo atiende en su oficina de Zerezotla, que la pasa sabroso con su noviecita la de recursos humanos, perdón, quise decir atendiendo sus asuntos inmobiliarios.

Para no hacerles el cuento largo, terminamos pidiendo otra garrafa de pulque, pues no cabe duda al buen melón se le conoce por el olor.

 

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