Movimiento Barefoot, ¿moda o ciencia?

Movimiento Barefoot, ¿moda o ciencia?

Ya hace un tiempo que se está viendo esta 'moda' en nuestro país. En las carreras populares es ya inevitable encontrarse con atletas que, bien descalzos, bien provistos de zapatillas que parecen para cualquier cosa menos para correr. ¿Qué hay de moda y qué de sólido en este movimiento?

Si analizamos detenidamente nuestra historia evolutiva nos daremos cuenta de por qué, en contra de todas las tendencias comerciales, este movmiento está tomanto tanta fuerza en nuestros días. El ser humano está adaptado evolutivamente a la carrera de una forma natural, sin ningún tipo de amortiguación extra o protección exagerada. Podemos comprobar que esta tendencia a la fabricación de calzados 'sobreprotectores' con nuestros pies se remonta a mediados de los años 70, cuando ciertas marcas revolucionaron el mercado con calzados provistos de cámaras de aire y demás. La novedad volvió loco al mercado que con el ímpetu de saciar su voracidad se lanzó a fabricar cada vez más complejos 'artefactos' para garantizarnos, según ellos, la posibilidad de, más que correr, sentir que vuelas por encima de las nubes.

Nada más allá de la realidad, lo que consiguieron los mercados es ir debilitando nuestros sistemas naturales de amortiguación, nuestros pies. Elementos que durante millones de años nos habían propiciado de forma más que eficaz el rendimiento necesario para llegar a ser el único animal sobre la tierra capaz de correr y correr durante días sin descanso. Aunque parezca mentira, el cazador del paleolítico cazaba trazando una estrategia basada en 'reventar' literalmente a sus presas orientándolas cual ganado hacia el lugar previsto para su captura. Sin duda todo individuo de aqulla época pasada tenía el obligado cumplimiento de este requisito, atleta de élite desde el nacimiento. 

Si estudiamos, no necesariamente tan detenidamente, los factores que hacen que los grandes atletas africanos estén a la cabeza de todas las pruebas de resistencia habidas y por haber, podemos darnos cuenta de que uno de sus pilares es el entrenamiento más ancestral que podían encontrar (tal vez sin buscarlo ni saberlo), el correr descalzo o con antiguas zapatillas sin amortiguar. Y esto es claramente visible si miramos un poco más atrás. Veremos que no hace mucho los reyes en las pruebas de resistencia eran los americanos, por supuesto, antes de que las marcas comerciales desarrollaran sus 'benditos' colchones para los pies. 

El secreto más que residir en el tipo de calzado, reside en la correcta técnica de carrera que instintivamente se aprende si eliminas todas estas barreras protectoras. Vamos a analizar qué cambios posturales surgen y, si conseguimos despojarnos de los prejuicios que durante décadas se han establecido en nuestro psiquismo, podremos comprobar que más que una moda, es ciencia de la más ancestral escuela.

Al intentar correr sin zapatillas, completamente descalzo, compruebas que cambias totalmente la forma en que posicionas tu cuerpo y en cómo das los pasos, obligado por los mensajes que te envían tus propios pies (propiocepción), si lo haces mal duele. La posición del cuerpo se inclina ligeramente hacia delante; los pies aterrizan justo debajo del centro de gravedad del cuerpo, no delante, siendo la parte media-delantera del pie lo primero en apoyar con el suelo para después reposar completamente plano sobre el firme; prácticamente es tocar el suelo y volver a despegar puesto que al ir descalzo parece que las piedrecitas duelen y enseguida cambias de pie, rápidamente; además, en ningún momento del aterrizaje llevas las piernas completamente estiradas, más bien ligeramente dobladas por las rodillas para amortiguar lo máximo el impacto con el suelo, lo que también favorece un efecto resorte que intensifica la energía de inercia que el cuerpo lleva hacia delante.

Sobre todo es muy importante remarcar que en el momento en que el pie despega del suelo otra vez, no hay que intentar impulsarse, más bien es levantar el pie del suelo (parecido a cuando te dejas llevar cuesta abajo, sin forzar). También hay que tener claro que en el momento del aterrizaje no se deben forzar los músculos del pie o tendón de aquiles pretendiendo aterrizar demasiado de punta, prácticamente el aterrizaje perfecto uno debe sentirlo prácticamente plano, se aterriza más de punta pero muy sutilmente. Si no tenemos en cuenta estos dos aspectos comprobaremos que se carga de una manera anormal toda la musculatura de la parte baja de las pantorrillas y los tobillos. Será algo bastante doloroso y podría provocar lesiones graves.

Al  realizar el ejercicio correctamente comprobaréis como irremediablemente aumenta la cadencia de paso, es decir, el número de pasos por minuto será superior. Al no existir la fase de impulsión, los pasos serán más cortos pero más eficientes. Se aprovecha al máximo la inercia que lleva al cuerpo hacia delante. La posición de las piernas al entrar en contacto con el suelo es completamente perpendicular a este y no ofrecen una fuerza contraria a la dirección de avance pues nada más contactar con él ya están despegando. Es como si lo único que tuviéramos que hacer es poner el pie en el suelo para no caer de morros y continuar con la energía de avance que llevamos. No se desaprovecha energía ni tampoco la aplicamos de más.

Antes que nada es muy importante realizar una correcta adaptación ya que nuestros tendones y músculos no están acostrumbrados a trabajar de esta forma y se han vuelto 'vagos'. Es primordial realizar correctamente la transición y no querer realizar kilómetros de más al principio o pagaremos las consecuencias. Si visitas mi blog puedo atender personalmente todas tus dudas y compartirlas con toda la comunidad. 

Un abrazo y salud para vuestros corazones!!! 

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