Tras el descubrimiento de América, surgen una serie de narraciones con el propósito de informar sobre el nuevo espacio geográfico descubierto, así como las costumbres, aspectos, indumentaria o lengua de los pueblos nativos que poco a poco iban descubriendo en sus numerosas incursiones en el continente americano.
Se trata de diarios que se escribían ya pasado un cierto tiempo.
El cronista de indias era una persona elegida por la Corona para escribir la historia de América. El primer cronista oficial fue Fernández de Oviedo que escribió a principios del siglo XVI una crónica general compuesta por cinco volúmenes.
En estas informaciones se insiste mucho en la veracidad; tenemos, por tanto, obras que pueden tener cierto carácter científico y también literario.
En resumen, las crónicas pasan por ser libros históricos pero que también incorporan en sus partes ciertos elementos de ficción.
En esta crónica, como todas las pertenecientes a esta época está dirigida al rey. Cabeza de vaca, como vasallo que es del rey, le narra todo lo acontecido en su viaje a la Florida en forma de crónica.
La narración se basa en la exposición de una serie de adversidades que les van a acontecer a una expedición española.
Además, Cabeza de vaca, recurre a diferentes estrategias narrativas para dotar a la obra de un carácter más ficcional que cronístico.
Para una mayor comprensión de Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca es preciso señalar ciertos aspectos del contexto histórico al que se ajusta esta obra, puesto que como vamos a ver, va a tener una clara relevancia en la forma de narrar y en la perspectiva que toma el historiador a la hora de relatar lo sucedido.
El siglo XVI se caracteriza por ser el gran momento para los descubrimientos. Grandes viajes por parte de expediciones portuguesas y españolas se traducen en el descubrimiento del nuevo continente: América. Esta nueva disposición de innovación rompe con el concepto teocéntrico que caracterizaba a la sociedad para quedar relegado por el antropocentrismo: el hombre es ahora el centro del universo.
Es un periodo en el que se producen grandes avances en el mundo de las ciencias.
Aparece la imprenta, elemento más que relevante en el posterior desarrollo de la literatura.
El nuevo continente pasó a ser un apéndice más de la vieja Europa.
Comienza la colonización que tiene como resultado la fusión de la cultura europea con las poblaciones nativas.
El análisis que vamos a realizar parte de la obra Naufragios de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca.
Alvar Núñez, descendiente de una familia noble, fue un explorador español de las indias. En 1526 parte junto a Pánfilo de Narváez hacia la Florida en un viaje que tuvo como fin el naufragio de la tripulación; naufragio del cual logró sobrevivir. Durante ocho años vive junto a los indígenas con los que comercia, ejerce de mercader y recorre varios pueblos con el propósito de retornar a la Nueva España. Se dedica a explorar la parte meridional de Méjico hasta que regresa a España en 1537 donde obtiene un cargo como gobernador.
El objetivo de este análisis es atender a distintos elementos narrativos como son: la problemática de la clasificación de la obra en un género concreto, la verosimilitud y la ficcionalidad, la figura del narrador, las formas descriptivas y los desajustes cronológicos, la organización de su estructura, la influencia del contexto a la hora de relatar los sucesos y, finalmente, la comparación de la obra con otros géneros.
VEROSIMILITUD Y FICCIONALIDAD
El problema de la verosimilitud se resuelve a través del carácter testimonial de la narración así como el uso de la primera persona a la hora de relatar los hechos. También mediante el proemio al rey en el que se insiste en su la veracidad de lo narrado.
La preocupación por constatar la veracidad de los hechos es patente en de Vaca; lo podemos observar por las múltiples justificaciones que se ofrecen a lo largo de todo el texto así como el propio proemio en el que se expone de forma rotunda que las hazañas que se expondrán a continuación tienen una validez factual
La visón del narrador respecto a su propia persona ha sido estudiada por Robert E. Lewis. Este autor sostiene que, para Cabeza de Vaca, el narrador no es más que un retrato puramente heroico de sí mismo. Se auto-valora la valentía, el carácter, el juicio, la lealtad, el compañerismo, el carácter mediador y defensor en contraposición con Pánfilo de Narváez, que describe como un irresponsable.
Sin embargo, hay pasajes en los que se pone de relieve cómo lo narrado por de Vaca pone en duda la verosimilitud de los hechos como por ejemplo la incorporación de enunciados retóricos en el relato que tienen la función de suscitar en el lector una sensación de que algo más catastrófico había ocurrido; se deja, en cierta medida, que el lector “imagine” cierta parte de los hechos acontecidos:
Dejo aquí de contar esto más largo y:
Cuento esto así brevemente, porque no creo que haya necesidad de particularmente contar las miserias y trabajos en que nos vimos; pues considerando el lugar donde estábamos y la poca esperanza de remedio que teníamos, cada uno puede pensar mucho de lo que allí pasaría.
Otro motivo para tildar de inverosímiles las hazañas narradas por el historiador son las fuentes poco fiables.
El hecho de que sea un relato basado en el recuerdo hace que la narración recaiga, en ocasiones, en la inverosimilitud. El uso de la memoria como principal instrumento para la elaboración del relato propicia que ciertos pasajes sean confusos; no obstante es un elemento fundamental en el relato: la memoria actúa como un tamiz a la hora de relatar los hechos que quedan ligados a la percepción que de Vaca “recuerda” de los hechos y que puede que tal percepción no se corresponda con el desarrollo real de lo acontecido.
Además, el encuentro con esa nueva realidad desconocida para el europeo, hace muy difícil la explicación de ciertos hechos, explicación que, en ciertos momentos, lindan con lo fantástico.
Algunos ejemplos de esto último los podemos encontrar en la descripción que hace de los indígenas y sus costumbres, la inexplicable muerte de algunos de ellos, presuntas “resurrecciones”, monstruos etc.
Entra aquí en juego el concepto de lo “maravilloso”.
Es el descubrimiento de lo desconocido lo que mueve a los humanistas del siglo XVI. Se produce una potenciación de las capacidades humanas y del asombro por lo desconocido.
Al llegar a América, los europeos encuentran algo muy distinto y eso es lo “maravilloso” ya que está lleno de emoción. Se parte de una realidad, y a partir de ahí, puede añadir el cronista una mayor ficcionalidad.
E. Ruiz Granda nos señala un fragmento representativo en el que podemos ver como se fijan en los sucesos “extraños”:
y vimos una cosa que fue de grande admiración, que los padres y hermanos y mugeres de los que murieron, de verlos en aquel estado, tenían gran pena, y ningún sentimiento hizieron, ni los vimos llorar, ni hablar unos con otros, ni hazer otra ninguna muestra, ni osavan llegar a ellos hasta que nosotros los mandávamos a enterrar (...) antes porque una lloró la llevaron muy lexos de allí y con unos dientes de ratón, agudos, la sajaron desde los hombros hasta casi todas las piernas.
Los cronistas dicen que es maravilloso todo aquello que es nuevo; pero, además, hay otra definición para este término: se puede entender como maravilloso aquello que no se puede definir de forma científica
CARACTERÍSTICAS DISCURSIVAS
En cuanto a características generales del discurso podemos señalar que destaca sobremanera la descripción de la naturaleza: parajes agrestes, escenarios hostiles, la fauna y la flora del lugar, indumentaria, las costumbres.
Define la naturaleza que ve pero no hay que olvidar que el cronista no tiene un gran conocimiento botánico. En este tipo de crónicas no se habla de cosas espectaculares sino que se suelen centrar en otros aspectos como son las capacidades curativas de las plantas o las perlas que se criaban en las ostras.
Un lugar destacado ocupa la fauna.
Describen animales que están a medio camino entre lo fantástico y lo real, como son las serpientes que han dado lugar posteriormente a numerosos tópicos e historias. En general, predomina la imaginación en las descripciones de animales como serpientes, iguanas, cocodrilos etc.; es decir, no se hace una descripción realista de la fauna.
La obra pone de manifiesto en su proemio el valor cronístico de tal escrito, insistiendo mucho en su veracidad; presenta el relato como un testimonio de carácter anónimo y colectivo, sin embargo no es esto lo que nos encontramos, a priori, tras su lectura. Pero esa colectividad y anonimato se ven empañadas por la presencia de un único protagonista a través del cual se va conformando la historia; y es que, no es inusual en este tipo de composiciones que el autor deje a un lado el anonimato y se atreva a personificarse él mismo como figura principal. Hay que atender a las características histórico-sociales de la época para comprender que esta actitud responde al modelo que impera en el siglo XVI: el hombre como centro del universo
Adopta un estilo narrativo a caballo entre la narración y la descripción, sobretodo, en lo relativo a la descripción del espacio y a la descripción de la raza indígena. También destaca su uso a la hora de tratar las costumbres de los pueblos nativos.
También el uso masivo de la figura retórica del paralelismo así como de la analogía que caracteriza literariamente el texto; vemos algunos ejemplos como:
[...] no menos tormenta había en el pueblo que en la mar.
[...] y andando entre los árboles, no menos temor teníamos de ellos que de las casas, porque como ellos también se caían [...]
Este tipo de recursos van a ser frecuentes en las obras de conquista.
También podemos señalar como la conciencia social de la época en la que se escribe se deja ver en la forma en la que describe la narración: se hacen comparaciones con un modelo humano; esto responde al carácter antropocéntrico que tenía la sociedad renacentista: el hombre era el centro del universo, de ahí la humanización de la naturaleza.
Es frecuente en la época que en este tipo de escritos se haga mención de la antropofagia, sin embargo hay que señalar que no aparecen en Naufragios escenas de antropofagia protagonizadas por los indígenas. Por el contrario si las encontramos atribuidas a los españoles: el riesgo de morir por la falta de alimento propiciaba que los miembros de la expedición se mataran entre ellos para sobrevivir. No es lo que ocurre con Cabeza de Vaca el cual no ejerce como caníbal aunque si se ve obligado a comer caballos y perros para no morir de inanición.
Es notoria la ausencia de citas a los grandes clásicos que tanto estilaban las creaciones literarias de la época. No hay apenas presencia alguna de referencias eruditas, frases latinas, apelación a personajes de la antigüedad o acontecimientos históricos importantes. Cabeza de vaca da prioridad a la experiencia, a la narración de los hechos vividos que a dar muestra de sus conocimientos.
Los discursos del resto de personajes no se expresan de forma directa sino que es el narrador quien pone en conocimiento del lector las acciones del resto de protagonistas a través de su propia palabra. La tercera persona impera, por tanto, en la referencia al resto de protagonistas. Sin embargo, este proceso narrativo presenta numerosas peculiaridades como son:
- En ciertos pasajes se oponen el “yo” autobiográfico del propio de Vaca frente al “ellos” referido a sus compañeros de expedición. Sin embargo, notorio es, que en otros fragmentos utilice un “nosotros” para referirse a toda su expedición y recurra a un “ellos” para involucrar únicamente a los indígenas.
- Interesante es también el uso que hace de su propio “yo” puesto que en el primer párrafo se está enumerando a una serie de oficiales pero también se incluye él mismo como si fuera uno más, al margen del narrador.
-Otros rasgo destacado en cuanto a la forma de narrar es el paso que hace en numerosas ocasiones de un “yo” a un “nosotros” que refleja cierta imprecisión a la hora de concretar quienes se hayan involucrados bajo esa etiqueta.
En cuanto al narrador, hay que decir que se trata de un narrador homodiegético puesto que es él mismo el que interviene y narra la acción. De esto se deriva la caracterización como narrador omnisciente limitado: lo sabe tiene un conocimiento parcial de los hechos. Relativo a este tema, y como resultado de lo expuesto anteriormente, es preciso señalar, que el tono del relato es fuertemente subjetivo, puesto que el narrador es a su vez, protagonista principal de las hazañas.
El dialogismo es un elemento preponderante en toda la obra. Aunque no haya diálogo explícito entre los personajes de los sucesos, si hay una constante comunicación entre el narrador y el lector. Esta complicidad que de Vaca establece con el lector, como señala M. Ruano Gutiérrez, es manifiesta en frases como:
Yo, como he dicho .
Como arriba dijimos
Como adelante diremos-
Y porque es así la verdad, como arriba en nuestra Relación digo, lo firmo con mi nombre.
En cuanto al plano semántico destaca el uso, en ciertas ocasiones, de términos en latín relativos a la religión como por ejemplo “Pater Noster” o “Deo gratias” así como el empleo de léxico autóctono como: buhíos, papagayos, cacique, maíz, manigua, areito, canoa, tuna etc. es habitual, puesto que se trata de un “Nuevo mundo” que falten adjetivos para describir esta realidad y que el autor se vea frustrado al no poder expresar de la forma más exacta lo que se le presenta ante sus ojos. Para hacer más comprensible, al lector español, este nuevo entorno, el autor utiliza, con muy buen criterio, comparaciones con entidades conocidas por el europeo, como este ejemplo señalado por Girogio Serra en el que se comparan los bisontes con las vacas que si existían y eran conocidas por todos en España:
Alcanzan aquí vacas y yo las he visto tres veces y comido de ellas, y parésceme que serán del tamaño de las de España; tienen los cuernos pequeños, como moriscas, y el pelo muy largo, merino, como una bernia; unas son pardillas y otras negras, y a mi parescer tienen mejor y más gruessa carne que de las de acá .
Situándonos ahora en el plano sintáctico, hay que subrayar la abundante presencia de frases subordinadas y de conjunciones que dificultan la comprensión del texto. Además, el estilo indirecto esta prácticamente ausente o es incluso nulo.
CLASIFICACIÓN GENÉRICA
Por la variedad de sus rasgos discursivos se le plantea a la crítica la problemática de la clasificación de esta obra de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, puesto que tiene elementos comunes al formato epistolar, a la novela, a la autobiografía, a la crónica etc.
Se ha estudiado como documento histórico y también como documento literario. No obstante, hay opiniones diversas sobre qué valor pesa más de los dos. Por ejemplo Juan Francisco Maura sostiene:
Mi opinión se inclina definitivamente del lado de la “creación literaria” por encima de lo que los naufragios puedan tener de testimonio histórico [...]
Sin embargo, defensores de la importancia predominante del documento como un texto con valor etnográfico son José Raba y Silvia Spitta:
El prefacio, la introducción y las notas a pie de página hacen de Naufragios un documento etnográfico.
A pesar de la disparidad de opiniones, hay tres factores fundamentales que hay que tener presentes en la profundización textual de la narración. Estos factores son:
-Es una narración autobiográfica en la que la memoria ocupa un papel esencial.
-En el texto de Cabeza de Vaca, se esta respondiendo (principalmente en la primera parte) a una serie de cuestiones solicitadas por el rey como son aspectos relativos al clima, a la tierra, a la lengua de las nuevas gentes, a sus recursos, a la forma de conquista y en instancia de quién se ha hecho ese asedio etc.
-Es una noticia real sobre la conquista de nuevas tierras difícilmente descriptibles a causa de su fabuloso exotismo, por lo que el autor ha de soslayar el problema de la verosimilitud mediante la narración comprensible de los sucesos.
ESTRUCTURA
La obra está dividida en XXXVIII episodios en los que se van relatando una serie de acontecimientos, en muchos casos fatídicos, llenos de múltiples escenas que conforman, las pericias que vivió Cabeza de Vaca durante varios años.
Dentro de estos capítulos se puede hacer una subdivisión en cinco partes.
La primera parte tiene su inicio en le desembarco que hace la expedición desde Sanlúcar de Barrameda y su llegada a la Española y a Cuba, es decir, los capítulos I y II.
Desde el capítulo III hasta el capítulo VII se centra en las constantes luchas contra los indígenas.
La tercera parte del relato comienza ya a plantear las adversidades sufridas por la expedición y diversos naufragios; se corresponde con los capítulos VII al XV.
La parte más extensa y a la vez más imprecisa que se centra en los cuatro supervivientes abarca desde el capítulo XV hasta el capítulo XXXIII.
Para finalizar está división en partes, nos encontramos con un quinto fragmento (últimos cinco episodios) en el que hacen su aparición las tropas españolas, destacando los dos últimos capítulos que se corresponden con la conclusión de Naufragios y la llegada de los supervivientes a Nueva España
En cuanto a la estructura de la obra, uno de los elementos que organiza el texto, el desarrollo de los acontecimientos, es la memoria. La memoria es, en gran medida, el elemento que da forma al relato. Gerard Genette dice a propósito de la memoria:
La anacronía de los recuerdos (sean éstos «voluntarios» o no) y su carácter estático van, evidentemente, juntos, por el hecho de que ambos derivan del trabajo de la memoria, capaz de reducir períodos (diacrónicos) a épocas (sincrónicas), y los acontecimientos a cuadros –épocas y cuadros que ella coloca en un orden que no es el de ellos, sino el suyo. [...] El anacronismo del relato es, pues, ya el de la existencia misma, ya el del recuerdo, sujeto a leyes diferentes de las leyes del tiempo. Análogamente, las variaciones de tiempo (en sentido musical) coinciden ya con el carácter de la «vida», ya con la labor de la memoria, o bien del olvido.
Basar su crónica en el recuerdo que el historiador tiene de las experiencias vividas durante esos años hace que no se respeten ciertos factores exigidos por los documentos cronísticos o que se tienda a la imprecisión, así lo demuestran por ejemplo las lagunas.
Frente a las referencias exactas:
“Aquí nos faltaron de nuestra armada más de ciento y cuarenta hombres”
“En nueve días de camino desde Apalache hasta allí”
“hasta aquí, anduvimos dozientas y ochenta leguas”
Tenemos también ciertos vacíos como:
“Otro día”
“vinieron otros muchos”
Podemos decir que responde a aspectos formales en tanto que el autor hace de su narrativa un relato en el que la narración de los acontecimientos se ve empapada de ciertos tópicos literarios llegando incluso a entrever legados de la literatura de la época.
En este apartado es preciso señalar que el elemento cronológico está en detrimento del elemento formal como lo demuestran: los desajustes cronológicos.
Hay una serie de pasajes donde se puede observar como no se respeta el orden en el que se desarrollaron los acontecimientos en la realidad; un ejemplo lo encontramos en el capítulo X en el que Narváez y de Vaca se separan y no se vuelve a retomar el tema hasta bastantes capítulos después.
Sin embargo, también podemos adoptar otra perspectiva en cuanto a estos elementos y constatar que su uso se circunscribe a la literatura de la época: se han heredado de la tradición bizantina y tienen como última finalidad conservar el interés del lector. Con tal de conseguirlo no duda en posponer la narración de acontecimientos que en la realidad ya han ocurrido.
Este último aspecto del desajuste cronológico hace que Naufragios se acerque más a la clase narrativa que al estilo cronístico puesto que este último precisa de una coexistencia entre el espacio temporal de los acontecimientos y el de la narración.
Destacamos también dentro de este conjunto relativo a la estructura, la introducción de digresiones dentro del relato principal (anécdotas) cuyo vínculo común está constituido por el propio autor.
Uno de los elementos narrativos más relevantes de la narrativa de este autor, y que atañe a la estructura, es la justificación de los hechos, como señala C. Vidaurre Arenas:
[...] se quisieron quedar allí, por los partidos y promesas que los de la tierra les hicieron.
[...] y que yo, para más seguridad, fuese con él [...]
[...], para esto mandó a un capitán Pantoja [...] para recebir los bastimentos [...] porque aquél era muy mal puerto [...] y porque lo que allí nos sucedió fué cosa muy señalada.
La causalidad también es reflejada por el narrador a la hora de exponer los motivos de dejar por escrito sus vivencias:
[...] me pareció que no sería fuera del propósito y fin con que yo quise escribir este camino, contarla aquí.(7)
Esta constante justificación de los hechos determina en gran medida la disposición frasística así como la estructura del relato. Destaca también el empleo de fórmulas muy habituales de la época utilizadas en crónicas de conquistas o de exploración cuyo objetivo es mantener el interés del lector haciéndole creer que se van a narrar cosas que nunca antes se habían visto.