Existen una infinidad de seguros, de todo tipo. Solo tenéis que fijaros en los anuncios para daros cuenta. Que si seguros de coche, de moto, de vida, de salud, del hogar, para empresas… ¡Los hay hasta para morirse mejor! En realidad son seguros para que una empresa se haga cargo de los gastos del funeral, entierro y demás actividades luctuosas que se llevan a cabo cuando fallece una persona. Así que sí, era una exageración, pero seguro que la comprenden.
Además, a quién no le ha pasado que después de estar varios años pagando religiosamente su cuota mensual, bimensual, anual… cuando realmente tiene un accidente en el coche o en casa, o el seguro no le ofrece todo lo que supuestamente debiera ofrecerle o si lo hace hay que devolvérselo con creces en el pago de las cuotas posteriores (sensiblemente aumentadas).
Sin embargo, no sabemos vivir sin seguros. Muchos temblarán solo de pensar si le roban en casa o una inundación arrasa con todo lo que tiene, ¿qué hacer entonces? ¿Cómo vivir sin seguro?
Al fin y al cabo es ese reducto de seguridad lo que nos venden. Poder dormir por las noches probablemente bien cueste las cuotas. Y aunque no sea así, poco podemos hacer.
Nos guste o no, en la sociedad en la que vivimos los seguros son imprescindibles. Es más, probablemente con el tiempo surgirán nuevos (ya existen algunos específicos para ciertos móviles, por ejemplo). Así que, por lo menos, tratar de contratar los estrictamente necesarios. Creernos, su economía lo agradecerá.
