La Formación Profesional, al igual que los nuevos cursos de la universidad sufre cambios que le obligan a amoldarse acomodarse a las nuevas situaciones, y a la demanda de los alumnos y de las empresas. La FP ha sido durante mucho tiempo poco valorada. Luego fue alabada por muchos empresarios que encontraban entre sus clases un vivero de personas preparadas y específicamente en llevar a cabo trabajos concretos.
Muchos FP accedían a estos estudios y finalizado el grado medio se insertaban rápidamente en el mercado de trabajo. Algunos pocos se animaban a continuar y se matriculaban en Ciclos Formativos de Grado Superior,un trampolín para muchos que les llevaba la universidad, ya que no se requería prueba de acceso para acceder.
La nueva legislación obliga a partir de ahora a realizar un examen antes de acceder a los estudios universitarios. Una ley que todavía aún se tiene que revisar puesto que, tal y como está ahora planteada, se dirige ahora deja en clara desventaja a los jóvenes que vienen de FP frente los que vienen e bachillerato. El problema está en el modelo de examen que será el igual para los estudiantes de todas las modalidades, examinando a los de FP de disciplinas que no han estudiado en los últimos años.
De todas formas el mercado laboral sigue pidiendo especialistas en artes y oficios, o en otras ramas laborales de los cuales, estadísticamente está demostrado que se tiene mejor preparación de la FP que no desde la universidad o desde algún otro tipo de modalidad de estudio.
La formación profesional de grado superior sigue siendo una gran apuesta muy potente para quien tiene muy claro que quiere dedicarse a un oficio que requiere especialización. Auxiliares, administrativos, empresariales, de la sanidad, de la educación, de ámbitos técnicos, artísticos, científicos, etc. Los gustos de cada persona tiene su oferta formativa en la FP.
