El tratamiento de aguas es algo muy importante que todo hogar debería tener muy en cuenta, sobre todo por la salud, nuestro tesoro más importante. Las aguas residuales de un hogar están compuestas, normalmente, de todo lo que es transportado y drenado por el agua, es decir, el agua que se va por el fregadero, el lavabo, la ducha, el inodoro o el bidé por ejemplo, llevándose consigo restos de alimentos, productos cosméticos, detergentes y excrementos.
Esta clase de materiales reacciona en las aguas residuales junto a las reacciones naturales de los microorganismos que viven en ellas y que tienen una misión. Con estas aguas se debe tener especial cuidado de que no haya ninguna filtración que pueda devolverlas al circuito de alimentación del agua del hogar o del edificio.
Los organismos patógenos pueden producir diferentes enfermedades en los humanos y a ello hay que sumar las bacterias que viven en nuestro interior; si éstas, después de salir de nuestro organismo vuelven a entrar, pueden convertirse en patógenas, suponiendo un grave peligro para nuestra salud.
Las aguas residuales cuentan con toda esta clase de microorganismos y el contacto puede hacer que los patógenos entren de nuevo en nuestro organismo mediante un alimento, una toalla, etc., por esa razón hay que asegurarse de la máxima limpieza y que no haya ninguna filtración en el sistema de alimentación de agua del hogar.
Esta clase de aguas es un medio idóneo para muchos patógenos puedan proliferar como por ejemplo el Clostridium botulinum, bacteria que produce el botulismo. Otros peligros son la E. coli, Salmonela, amebas intestinales o la Shigella son otras de las muchas amenazas que podemos encontrarnos en las aguas residuales, por ello, cuanto más lejos estén de nosotros mucho mejor. Siempre es recomendable revisar la instalación del agua en el hogar para proporcionar la máxima seguridad tanto a nosotros como a los nuestros.
