La cirugía de las orejas es un procedimiento quirúrgico mediante el cual se cambia las dimensiones, la forma o la colocación de las orejas, y se usa para el retoque de las famosas “orejas de soplillo” o salientes, orejas grandes o deformaciones.
La intervención es bastante fácil y con buenas probabilidades de éxito. Se realiza utilizando anestesia general, principalmente indicada en los infantes, y anestesia local, que acostumbra utilizarse a los adolescentes y los adultos. La época más acertada para elaborar el procedimiento es la niñez, ya que el cartílago es más dúctil y aún no ha acogido una situación persistente.
Frecuentemente; en el caso de la otoplastia es conveniente operar las dos orejas para alcanzar un desenlace más armonioso.
Se habitúa realizar una incisión en la parte de atrás de la oreja, en la zona donde pliega, y en circunstancias es imperioso disminuir el volumen o sacar parte del cartílago para obtener el efecto deseado. Ulteriormente el doctor moldea la oreja y la inmoviliza con una sutura. A continuación, se le pone al paciente un vendaje de sostén que debe conservarse durante el proceso de cura hasta que el médico nos permita sacarlo, lo cual suele suceder entre quince días y cuatro semanas posteriores a la cirugía. Si no mantenemos la venda, nos exponemos a que las orejas recuperen a su posición anterior. Al ser una operación ambulatoria, el paciente es trasladado a su vivienda al concluir el proceso, frecuentemente con algunos remedios prescritos para aliviar la incomodidad y la hinchazón del área. Al final de una semana es posible retornar al empleo, pero la realización de ejercicio físico deberá rezagarse hasta las cinco semanas.
Como ya hemos señalado, la otoplastia es una cirugía con muy pocos efectos secundarios asociados, siendo los más naturales la infección de la herida, el sangrado, los problemas derivados de la anestesia y, muy raramente, que las orejas vuelvan a su situación habitual, por lo cual tendría que pasar por una segunda intervención.
