Soy una persona sociable, impulsiva y un poco aventurera, así que podría decirse que soy de esas que hacen amigos en los lugares más insospechados y en los momentos menos imaginados. Sin embargo, si me hubiesen dicho que iba a hacerme amigo de un policía en pleno control de alcoholemia, y encima uno que me pondría una multa por conducir borracho, me hubiese reído en la cara de quien me hubiese dado esa noticia. Eso sí que me parece surrealista incluso para mí. No sé, hay situaciones en las que dos personas no pueden congeniar hagan lo que hagan, y esa me parece una de ellas.
Sin embargo, así fue, y ya hemos quedado tres veces para tomar un café. Todo empezó cuando le pregunté cómo funcionaba el alcoholímetro con el que estaba haciendo la ronda y midiendo mis nada desdeñables niveles de alcohol en el cuerpo. Evidentemente, de entrada mantuvo un poco las distancias por su profesionalidad, pero en todo momento me respondió con amabilidad y con bastante buen rollo, por decirlo de un modo coloquial. Luego, me acompañó a casa en el coche, y durante el trayecto se me fueron mitigando los efectos, de modo que pudimos tener una conversación más fluida y normal.
Bueno, digo yo que era normal, dada la situación. Me explicó que el chisme se lo había comprado en una página web bastante curiosa que también vende artefactos como un detector de billetes falsos o incluso alarmas GSM. Me pareció tan fascinante que le pedí la dirección, y él me la dio a cambio de que le prometiera que nunca más conduciría borracho. Luego, nos dimos cuenta de que tenemos muchos más gustos en común, y así hasta ahora. La de giros que da la vida, en serio, me dejan de piedra. Yo espero que sea uno de esos amigos que pueda conservar para toda la vida.