Es nuestro deber como padres pensar qué aportará al futuro de nuestro hijo el desarrollo de una actividad extraescolar en detrimento de otra. Y por supuesto que debemos tener en consideración a nuestros hijos y escuchar qué es aquello que les gustaría hacer, pero nuestro papel como padres no consiste en satisfacer al niño, sino en tratar de darle lo mejor para que crezca sano y pueda desarrollar sus habilidades.
Sin estar en contra de inscribir a nuestros hijos en actividades extraescolares deportivas, las cuales alejarán al niño de la obesidad y el sedentarismo, así como de las enfermedades que se les asocian, sí es importante complementar la actividad física con otra en la que se ejerciten las neuronas, tener una visión más a medio/largo plazo.
Numerosos estudios demuestran que la estimulación mental del niño a edades tempranas supondrá una ventaja significativa en sus posteriores etapas de desarrollo: educación secundaria, bachillerato, universidad y vida laboral. Estimular y entrenar la mente cuando ésta se encuentra en crecimiento incrementará su potencial, mejorando su comprensión y habilidad para afrontar nuevos retos y situaciones.
Al igual que jugar con una pelota de fútbol o baloncesto mejorará la motricidad del niño, jugar con el abaco japonés aumentará su capacidad de atención y memorización, estimulará su creatividad y potenciará la sincronización de los dos hemisferios del cerebro, lo que facilitará su aprendizaje.
Muchos niños y jóvenes tienen un potencial latente enorme, pero si no se trabaja éste seguirá dormido. Por supuesto que es importante la actividad física del menor, pero lo es aún más si cabe su estimulación mental.
Es por eso que cuando nos preguntamos qué será lo mejor para nuestros hijos, es en el medio dónde encontramos la virtud. Si el niño o niña quiere jugar a fútbol, bailar o a tocar el piano, adelante, apúntalo y hazlo feliz. Pero recuerda que como mentor debes procurarle algo más, prepararlo para que pueda dar lo mejor de sí mismo.