Observo cada día que pasa el desamparo de un alma caída: la mía. La tristeza que sentía era como un puñal,que se clavaba en lo más profundo de mi alma.Amaba su olor; su cuerpo,cada risa; el recuerdo de su voz: todo en ella era perfecto.¿Por qué sentía este dolor tan intenso?Sabía en mi interior que era imposible yo solo era su guardián: un ángel de la guarda.Lo único que podía hacer era protegerla.Si mis guardianes se enteraran de este amor prohibido me separarían irremediablemente de ella.Un día me armé de valor y me sumergí en un lugar mágico, donde mis guardianes esperaban mi pregunta ansiada.El lugar era un templo; en aquel misterioso lugar,los arcángeles, concedían deseos y mandaban a sus discípulos con los humanos para protegerlos."No debo hacerlo",pensé. Pero jamás me perdonaría si no lo intentara.Al llegar a ese lugar,un ángel se acercó a mí con mirada fría y dubitativa, como si supiera de antemano,lo que iba a pedirle.
-¡Alma atormentada!-,¿qué es lo que te tiene tan preocupado?-.El arcángel, no paro de escrutar mi rostro mientras los demás ángeles no articulaban palabra.El lugar se hallaba en una zona ancestral,donde los humanos no tenían cabida en él.
-Necesito pediros un deseo,tal petición, será en vuestro juicio,algo descabellado.
El árcangel cambio el gesto de su rostro por desconcierto.
-¿De qué se trata?- preguntó el ángel con gran curiosidad.
-Necesito ser humano.Vivir y sentir como ellos; además, es algo que necesito desesperadamente.
Los ángeles sorprendidos, contestaron casi al unísono.
-¡Como puedes pedir algo así!, ¡es un deseo inconcebible!-,exclamaron enfadados...
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