Una duquesa y un barbero en un hotel en Sevilla

Una duquesa y un barbero en un hotel en Sevilla

Aún no se ha dado cuenta de que el olor de sus cigarrillos me choca increíblemente. Hace años que nos conocimos, soy su cliente desde que ero un poco más que niños y mi padre me llevaba consigo en la mañana del sábado y él, gran profesional, afeitaba la barba (de mi padre) y cortaba y peinaba (mis cabellos).

Y desde entonces, mientras que tiene lugar cotidianamente su arte, repite siempre las dos mismas viejas acciones: fumar y hablar. A pesar de las estaciones y de los gobiernos, él nunca cambia.

E incluso ahora, annus dominis2009, ciertamente no se quiere negar.

La neblina de su cigarrillo sin filtrar sale piano, y a él, excelente caballero, nunca le importa de la posibilidad de que pueda molestarme. Fuma y habla, y esta vez, como muchas otras en el pasado, es el turno del encuentro con La duquesa (¿pero será verdad, entonces?) en un hotel en Sevilla…

Debo admitir que sabe contar una historia. Tal vez porque está miles veces repetida, perfeccionada y corregida y se acerca más a ser una historia de un cuento que una verdadera experiencia. Ahora se entera de qué decir y qué no, cuando hacer una larga pausa y cuando corta, sabe mantener el suspenso y crear emoción.

Y cuando habla, como ahora, de su historia favorita, cuando me cuenta de aquella vez en un hotel en Sevilla que conocí la Duquesa holandesa (¿o danés? Esto ya no lo recuerda) y bebieron ríos de vino de Jerez, y fumaron durante horas (raro, ¿no?) y hablaron (extraño eso también) de nada y del mundo, diseñados seguridades y destruido los sueños de los demás, y visto el sol morir y renacer, incluso ahora después de cuarenta años que esta historia sucedió (o se inventó) su voz de nuevo vuelve jóven, y sus ojos se humedecen y siento el temor reverencial de decirle que el humo no lo puedo sostener.

http://www.hotelmontecarlosevilla.com

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