El joven queterminala educación obligatoria por leyse encuentra conuna duda con la quese han encontradogran parte de nuestros antepasados; ¿qué nos depara el futuro?
Apañándose como pueden, los jóvenestoman una decisiónfundamental, que afectará a su futuro cercano y lejano. Las elecciones son bastantes: ponerse a trabajar, estudiar bachillerato, hacer un ciclo formativo de grado superior o prepararse para hacer una carrera. Cada una de las alternativas es buena, pero todas requieren unaconsagracióndistinta y comportan un modo de vida muy determinado.
Con anterioridadtienen que considerartodas las ventajas e inconvenientes, estar informados de cuál es la situación económica de sus tutores legales y qué es lo que más se adapta a ellos según sus preferencias, inteligencia y otras habilidades.En algunas ocasioneses muy complicadodescubrir cómo es uno mismo, que es lo lo que le agrada o se le da bien, y si realmente sus aspiraciones responden a perspectivas posiblesen un futuro.
De todas formas, finalmente todos acabamos decidiendo. La gran mayoríasin presión externa y encantados con su selección; otros obligados por la familia y con desinterés. Por otro lado, hay personas que creen que deberían haber optado por otro camino, pero no se atreven a dar el paso.Cierto es que a pesar de quees imposible volver a ser un adolescentehay cosas que se pueden volver a recuperar, si las condiciones así lo permiten.
Si se cuenta con un horario de 20 horas semanales o un empleo flexible siempre cabe la posibilidad de llevar a cabo algún curso a través de la red, que nos forme en aquello que siempre hemos deseado y que, por distintas razones, no pudimos haceren su día. También hay gentepuede solicitaruna excedenciay viajar a otro lugar para acabar de afianzar ese idioma con el que lleva tanto tiempo luchando.
Esta postura también puede ser aplicable anuestro día a día, pensando en el “nunca es tarde” dejándonos libres para volver a enamorarnos, empezar clases de yoga o todo lo que nos satisface.