Cuando se habla técnicamente de la consolidación de suelos, se refiere a un proceso de reducción de volumen de los suelos finos cohesivos, formados por arcillas y limos plásticos, ocasionado por la actuación de cargas sobre su masa y que ocurre en el transcurso de un tiempo que puede llegar a ser bastante largo.
Normalmente se suele dar el caso que durante el proceso de la consolidación de suelos, la zona permanece prácticamente igual la posición relativa a las partículas sólidas en el mismo plano horizontal. De esta forma, el movimiento de las partículas del suelo puede ocurrir únicamente de una forma, de manera vertical, un proceso que se llama consolidación unidimensional.
El proceso puede tardar meses o incluso hasta años, un proceso asinótico, lo que quiere decir que al comienzo es más veloz y poco a poco se va haciendo más lento hasta que el suelo se encuentra a una nueva situación de equilibrio en la que deja de moverse.
El hecho de no tener en cuenta este movimiento del suelo a la hora de proyectar una estructura, puede llevar a consecuencias muy serias como pueden ser la fisuración, inclinación o incluso lo que nadie se desea, el colapso de la construcción. Para prevenir posibles problemas se puede pre-consolidar el suelo antes de proceder a la construcción de una edificación o una carretera por ejemplo.
Esta pre-consolidación se realiza cargando el terreno con un peso semejante o mayor que el que llegará a soportar después de haberse construido la obra y para ello se suele colocar en la zona una cantidad de tierra con el equivalente al peso de la obra, aunque se puede acelerar el proceso gracias a las resinas expansivas, las cuales se endurecen en cuestión de horas, ofreciendo una completa y efectiva consolidación de suelos, con total garantía.