El Gran Parque Metropolitano de La Habana
A casi 20 años de fundado, el bello parque ha reconquistado su posición de principal emisor de oxígeno hacia los municipios capitalinos de gran densidad poblacional y que en sus respectivas áreas carecen de presencia vegetal.
De 700 hectáreas y una longitud que incluye los últimos 9,5 kilómetros del río Almendares, la flora, la fauna y los barrios dentro de su territorio, lo califican de caso atípico en comparación con otras instalaciones de iguales funciones en Cuba, en las Américas o en el mundo, porque la mayoría de éstas últimas se destina a una diversión transitoria.
Sin embargo, en el parque se combinan funciones de esparcimiento, de “pulmón” de la principal ciudad cubana y de asiento de personas, dada la existencia de barrios como Pogolotti, Cantarrana, La Guayaba, El Fanguito o El Husillo, entre otros para poco más de 200 mil habitantes.
También porque la naturaleza presente en varias de sus locaciones ha compensado de alguna manera la escasez evidente en municipios capitalinos como Centro Habana, La Habana Vieja o 10 de Octubre.
Y otro tanto ocurre con la presencia a todo su largo de más de 200 centros de diferente tipo entre industrias, hospitales, escuelas, cafeterías y otras construcciones que vierten o han vertido residuales contaminantes al extremo de que el esplendor de la naturaleza estuvo casi a punto de de ser liquidado.
Cuando en 1989 se declaró con la denominación con que se conoce en la actualidad, ya habían transcurrido siglos desde que los habaneros se habían percatado de la necesidad disfrutar de la cercanía de un escenario natural.
A la llegada de los colonizadores españoles, a Cuba la cubría un bosque, en el cual, al decir de crónicas y escritos de los visitantes ibéricos, una jutía (roedor autóctono y endémico cubano) podía llegar de un extremo a otro de la isla pasando de rama en rama. La tala indiscriminada y el necesario desarrollo de la sociedad redujeron a 21 por ciento a aquel impresionante escenario vegetal y se detuvo en esa cifra, solo después de un proceso de reforestación emprendido en los últimos 50 años.
Uno de los pulmones de la capital, el antiguo Jardín Botánico de La Habana, cuyas funciones declinaron por el abandono que sufrió durante años, también forma parte del Parque y hoy se encuentra en plena recuperación.
El parque de La Habana integra la cuenca hidrográfica Almendares-Vento, ésta última con una participación de 47 por ciento del agua que consumen los capitalinos.
Por décadas contaminaron las aguas del río, desechos industriales, gastronómicos y hasta los asentamientos humanos de sus riberas, por la inexistencia de alcantarillado.Como resultado de esas acciones depredadoras, el río Almendares virtualmente padeció una muerte prematura con menos de uno por ciento de oxígeno en sus aguas y la desaparición total de vida en su corriente.
Un proceso orientado a revertir tan deprimente situación, ha provocado que en los últimos tiempos se hayan verificado de 3,5 a 3,6 miligramos de oxígeno por litro de agua y aunque seis es lo óptimo, al menos se ha salvado para las generaciones futuras el más importante de los fluviales capitalinos.
El regreso del oxígeno al Almendares trajo aparejado la presencia de vida y se han comprobado que “nadan” por su curso guajacones, clarias (pez gato), tilapias y sábalos, entre otros, casi todos en segmentos cercanos al mar.
De las acciones acometidas para ganar a la muerte se expresan con orgullo sus directivos y trabajadores, los cuales enfatizan que en la educación se ha concentrado el éxito de lo alcanzado.
Para controlar la contaminación, evitar la muerte y revivir la vía fluvial y sus alrededores, la labor se ha enfocado en los elementos culturales-recreativos, el trabajo social y comunitario, así como talleres con los centros laborales enclavados a las orillas del Almendares.
En todos los casos, se buscan soluciones medioambientales, aunque en ocasiones han sido drásticas, como el cierre de dos papeleras que había a la altura de Puentes Grandes, grandes vertedoras de residuos muy nocivos por su tecnología atrasada.
Otra solución se refiere a la puesta en marcha de la planta de María del Carmen, un sistema de tratamiento de residuales y alcantarillado que casi ha erradicado toda la contaminación del río.
De igual manera se han realizado tareas de reforestación a lo largo de las márgenes con la plantación de árboles de bambú, los cuales, aparte de contener la erosión del suelo, resultan ser muy resistentes en caso de inundaciones o de crecidas de la vía fluvial.
Nostálgico para los capitalinos por los recuerdos de infancia o tal vez escenarios del primer amor o porque sirvió de asueto durante un fin de semana, el Parque Almendares comenzó a recuperar la preferencia del público con la puesta en marcha de diversos programas orientados por la dirección del GPMH.
Así, en los tiempos más recientes se cuentan de tres mil a cuatro mil las personas que se reúnen los fines de semana para disfrutar de las opciones que viene ofreciendo esa parcela del Metropolitano.
Si durante sus vacaciones en Cuba desea ver de cerca la inmensidad vegetal de este parque natural, visítelo!
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