Dos hermanos se internaban todas las mañanas en el frondoso bosque para cortar leña. Todos los días se turnaban para que uno de ellos se quedara en la cabaña y preparara la comida, para así poder comer nada más llegar.
Un buen día, mientras el hermano mayor estaba solo en la cabaña, apareció un elfo y le preguntó si podía comerse los restos del desayuno.
El muchacho dijo que sí y el enano empezó a comer. De pronto dejó caer el pan y le pidió al joven que lo recogiera. Cuando este se inclinó, el enano lo golpeó con un palo en la cabeza.
A la mañana siguiente, el segundo hermano se quedó solo en la cabaña, ya que el mayor marchó al bosque en busca de leña seca, y el enano volvió a aparecer. Le preguntó si podía comer los restos del desayuno y el joven le contestó:
- "Sí, sobre la mesa hay pan. Sírvete".
Cuando el enano dejó caer el pan y le pidió al joven que lo recogiera, este le respondió:
- "Si no puedes arreglártelas con tu propio pan, no sobrevivirás en este frondoso bosque. Recógelo tú mismo".
El enano le dio las gracias y le preguntó si le gustaría saber dónde encontrar a la princesa y el tesoro.