Aunque no lo parezca nuestra mente se encuentra estrechamente ligada a nuestro sentido de lo correcto. O sea, el desarrollo mental y la ética son dos elementos en los que uno alimenta al otro, se complementan.
Mucho nos cuesta pedir perdón siendo este un elemento fundamental para nuestra liberación y desarrollo.
Cuando no perdonamos y nos quedamos con toda la carga emocional negativa por dentro es como si cargaramos un peso adicional en nuestra mente. Todo se hace más pesado e incómodo.
Por el contrario al perdonar nuestra mente se aligera, liberando todo ese peso y de repente nos encontramos más livianos, con una disposición diferente para enfrentar la vida.
El poder de la mente se ve potenciado y llegamos a la conclusión de que la acción del perdón nada tiene que ver con la otra persona.
Perdonar es más que nada darnos a nosotros mismos una nueva oportunidad, es permitirnos seguir avanzando y demostrar la madurez y fortaleza de carácter suficiente que nos permite dejar de lado cualquier tropiezo provocado durante el camino, tropiezo que además de ser inevitable es estrictamente necesario.
Si nos preguntamos porque estamos aquí llegaremos, más tarde o más temprano, a la evidente respuesta. Crecer.
Perdonar marca un punto de inflexión en este proceso de crecimiento. Se requiere de mucha fuerza para perdonar pero sin duda este es un gesto que vale la pena.
Nos vemos en:El poder de la mente
