La Verdad

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Muchas personas buscan la Verdad, la razón de ser. Muchos creen en Dios (creyentes), muchos no creen en Dios (ateos) y muchos ni creen ni no creen (dudosos), éstos últimos intentarán hacer el bien, por si acaso.

Ni creer, ni no creer, ni dudar, significa haber experimentado aquello que se puede denominar la Verdad. Se necesita experimentar esa Verdad, eso que muchos llaman Dios, Ala, Tao, Zen, Inri, etc., etc., etc., eso que puede cambiarnos y transformarnos de forma radical y total.

Un creyente tiene su mente embotellada en la creencia, un ateo tiene su mente embotellada en la incredulidad y un dudoso tiene su mente embotellada en el escepticismo, y ni creencia, incredulidad ni escepticismo es esa Verdad que se busca.

Esa Verdad (Dios, Ala, Tao, ..., como cada cual quiera llamarlo), no tiene nombre ni se puede definir, y mientras la mente esté enfrascada en creer, no creer o dudar, nunca podrá experimentar la Verdad, nunca podrá saber que es realmente Dios, Ala, Tao, ...

Recordemos el silencio guardado por Jesús el Cristo cuando Pilatos le preguntó sobre qué es la Verdad, o como Buddha al recibir la misma pregunta, se dio vuelta y se retiró. La Verdad no es definible con palabras, ya que la mente racional no es capaz de entenderla ni asimilarla, la Verdad se debe sentir, se debe experimentar desde el corazón, desde la conciencia.

La Verdad no es algo quieto y estático, la Verdad es lo desconocido de momento en momento.

La experiencia de la Verdad se hace posible con la sabia concentración del pensamiento, con una concentración plena y total, y para ello se debe entrar en un estado de meditación profunda, calmando y aquietando la mente.

Un abrazo.

Centro Espiritual Agarthi 

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