Es una mermelada bastante especial, algo amarga, así que puede que no le guste a todo el mundo, pero si lo que queréis es sorprender con algo diferente, sin duda es la elección perfecta.
Los ingredientes:
- 10 mandarinas
- 8 limones
- 4 cucharadas de azúcar (o las que se quieran, realmente...)
Cómo se prepara:
Lo primero que hay que hacer es pelar la fruta, quitando bien todo lo blanco de la piel, tanto de las mandarinas como de los limones.
De la piel de las mandarinas, hay que guardar una cuarta parte, quitarle lo blanco y cortarla en tiras muy muy finitas. Estas tiritas se ponen a hervir en un poquito de agua (justo la cantidad suficiente para que cubra el fondo de la olla) durante 10 minutos.
Mientras tanto vamos cortando las mandarinas y los limones en trozos de unos 2 cm, quitando bien todas las semillas. Cuando hayan pasado 10 minutos, le añadimos la fruta a las tiras y el azúcar y llevamos a ebullición. Una vez que empieza a hervir, lo dejamos cocer a fuego bajo, removiendo de vez en cuando con una cuchara de madera, durante 20-30 minutos, hasta que se haya evaporado parte del jugo y se haya espesado la mermelada.
La cantidad de azúcar depende un poco de los gustos de cada uno. A mí no me gusta muy dulce, así que no suelo poner demasiado, pero allá cada cual.
Una vez esté lista, la ponemos directamente en los recipientes de cristal, mientras está todavía muy caliente, y los tapamos enseguida.
Para que se conserve mejor, lo que hay que hacer es hervir los tarros en una olla llena de agua, de manera que queden completamente tapados, durante unos 5-10 minutos y dejarlos en el agua hasta que la misma se haya enfriado (normalmente hasta el día siguiente). Eso hará que se cierren herméticamente y que la mermelada se conserve en perfecto estado durante meses.
Esta mermelada es perfecta para tomarla en tostadas con mantequilla para el desayuno, o también para decorar tartas y pasteles.
