A pesar de la creencia popular de que la impresión 3D es una tecnología inminente de los últimos años, lo cierto es que la impresión 3D lleva existiendo desde hace más de 30 años en el sector industrial. No obstante, la velocidad de estas máquinas es lo que no ha permitido una expansión más temprana del mercado de la impresión 3D. Sin embargo, esto está cambiando mucho en los últimos años. Para las grandes empresas como Ford o General Electric, entre miles de empresas, es indispensable la inclusión de impresoras 3D en sus procesos de fabricación. Pero, ¿cuál es la función principal de una impresora 3D en el proceso de fabricación industrial? La respuesta es: la fabricación del prototipado rápido.
El prototipado rápido es la fabricación, rápida, valga la redundancia, de diseños 3D que representan a una pieza real. Se trata de un paso previo a la producción tradicional mediante el que podremos probar un determinado modelo antes de fabricar la pieza en cuestión de manera definitiva.
El prototipado rápido se utiliza en un amplio abanico de sectores, permitiendo a las empresas transformar ideas en modelos de prueba y estos en piezas finales.
Los sistemas de prototipado rápido surgieron en 1987, cuando surgió la técnica de impresión 3D de la estereolitografía por láser. A continuación, se fueron introduciendo otras tecnologías de impresión 3D como la sinterización selectiva por láser y, posteriormente, el modelado por deposición fundida o, lo que es lo mismo, por extrusión de filamento de material.
Para obtener un prototipado rápido, el proceso comienza por la creación de un diseño virtual en tres dimensiones (CAD) que contemple a la perfección todas las medidas y características del objeto a imprimir. Después se elige la tecnología mediante la cual queremos llevar a cabo (imprimir en 3D) el ptototipado rápido y se pone en marcha su impresión 3D. El tiempo de duración del prototipado rápido depende mucho, sobretodo, de la tecnología que hayamos escogido, así como del volumen del prototipo.
