Para que podamos hablar de bullying o acoso escolar, se deben conjugar varios factores:
La violencia que puede ejercerse no es sólo física, también existe la violencia verbal, los insultos, las burlas, las coacciones y otras formas de violencia no implícita. No es algo aislado y puntual, sino que se desarrolla a lo largo del tiempo pudiéndose alargar incluso años. Siempre hay un acosador y una víctima, y un grupo alrededor que anima al verdugo a continuar con su acción.Por desgracia a diario vivimos rodeados de hechos violentos y son habituales en cualquier ámbito de nuestra vida, pero cuando descubrimos que el acosador, el violento, es nuestro propio hijo, el mundo se nos derrumba. Varios preguntas nos vienen a la mente: ¿por qué hace ésto? ¿le hemos educado correctamente? ¿qué pasos debemos dar ahora?
Lo primero que hemos de saber es que los niños habitualmente imitan a sus padres y el ambiente que les rodea. La exposición a un ambiente agresivo provocará este tipo de reacciones en nuestros hijos, y lo convierten en un candidato perfecto para acosador escolar.
Afrontar el problema es el primer paso para solucionarlo. Es frecuente que los padres rehuyan reconocer los conflictos que generan sus hijos e intenten evadirse, alargando y empeorando el problema.
Las pautas que debemos seguir son las siguientes:
Intentar saber qué mueve a nuestro hijo a comportarse de esta manera. Hablar con los docentes, colaborando con el colegio en todo lo que nos sea posible. Conocer más acerca de sus amistades y el grupo donde se relaciona. Intentar que canalice su conducta agresiva a algún deporte. Ayudarle y animarle a que reconozca su error y pida perdón a la víctima.
En casos difíciles, un profesional de la salud mental puede ayudarnos. Alternativas como un psicólogo online puede resolver dudas puntuales acerca de cómo ayudar y tratar a nuestros hijos.