Sabemos que en la tierna infancia nos es inculcada la forma en cómo debemos ver el mundo. Se nos dice que ese objeto redondo y suave de sabor dulce que tomamos de un árbol se llama manzana.
Se nos enseña cómo está constituida, su forma, color, sabor, de qué árbol proviene y muchas otras cosas las cuales nadie puede poner en duda.Nuestro pensamiento es condicionado entonces a ver el mundo material por intermedio de nuestros órganos de vista, oído, olfato y gusto. Pero si un niño dijese que la manzana está viva y es su amiga, todos pensarían que es un niño con una imaginación muy desarrollada o que está loco.
Este niño, es sabio. La manzana sin duda no podrá hablar con él y sin embargo, tiene vibraciones energéticas y la vida palpita dentro de ella. Al ingresar en el mundo de la Magia blanca percibiremos qué limitada es la forma de ver el Universo en base a su complexión física. Comenzaremos a notar la energía de vida que fluye alrededor de cada forma física, en las personas, en los animales, las plantas y las cosas.
Componen nuestro mundo infinidad de objetos inanimados que en su apariencia exterior, están muertas. Pero aprenderemos en el camino de los hechizos de magia blanca que no tener entendimiento no es carecer absolutamente de vida. El objeto no siente dolor y tampoco tiene pensamiento pero es parte de la energía mutable del universo y cada planta, hoja, fruto, animal y objeto inanimado tiene un pulso vital.
Vemos así que el mundo rebosa de vida, de movimiento y dinamismo.Poseer el conocimiento para poder explorar ese mundo es el camino de la Magia blanca el cual vamos a emprender con la inmensa alegría de saber que nos vamos a encontrar con un mundo mágico, mucho más complejo y a la vez más sencillo que el que vivimos en el presente, pues todos los seres provienen y forman parte de una misma fuente Universal.