Por fin la ciencia ya está vislumbrando el poder curativo y energético que proporcionan los minerales en nosotros. Hasta ahora parecía que únicamente el mundo abstracto de lo esotérico era capaz de explicar la influencia que estos pedazos de piedras podían ejercer. Hoy en día la física cuántica ha demostrado que toda materia está vacía y que en último término lo que se encuentra es energía, dando de esta forma un orden a lo que parecía un acto de brujería. Es pues la utilización de joyas echas con un cuidado especial por su originalidad y su proceso que también van a acabar adquiriendo un valor a nivel energético mucho más propicio que el encontrado en la joyería y bisutería industrial. El artesano trabaja directamente con el producto, es decir, el material, las piedras poniendo toda la atención en un trabajo minucioso que requiere toda una concentración y un estado anímico de creatividad que darán lugar a la pieza en concreto.
Todo es energía que se transmite y esparce por todos los recovecos del universo. Nosotros estamos continuamente transmitiendo y recibiéndola y en todo este mar energético existen canales que nos ayudan a canalizarla y controlarla. No es extraño que de los primeros utensilios encontrados por los pobladores más antiguos del planeta sean precisamente piedras engarzadas y usadas como collares, posiblemente con un fin tanto decorativo como protector y canalizador de energía.