Sentado a orillas del Amazonas,
Contemplaba como las tardes
Huían perseguidas por las noches,
Escuchaba como los gritos de las bestias
Tragaban el miedo del crepúsculo
Y el aire lloraba mustio
Sobre las sábanas seductoras
Del río que danzaba coqueto,
Sobre las esbeltas curvas
De su lecho,
Llevando en sus aguas
Millones de lágrimas
Al inmenso Mar,
Donde las mías
Mescladas con arenas
Seguían llorando
Su dolor.