La tierra se engolosinó de ayes
y escupe su desconsuelo
como agonía de corte moribunda,
mientras la cordillera de tu espalda
se despereza de tanta displicencia.
Muy a pesar de su destierro
la humedad de la tierra
no puede soslayar su fragancia
que esparce a manos llenas.
Ese atributo se refugia en tu sangre
cuando tu sol
alumbra mi existencia.
Bajo la lupa osada
que atraviesa los siglos
del ingenio,
es un acierto
que tu silencio no se rompa
frente a una genertación que va
de la confontación al odio.
El tiempo mueve las páginas
del libro de la vida
en medio del forcejeo
de las horas
por saldar la cuenta...
La holganza de la humedad
no se cansa de subir
a conversar con las nubes,
mientras el trueno insiste
en perder su innocencia.
Roto el silencio...
cualquier cosa podemos esperar.
Autor: Edgar Molina S.