Uno de los rincones más bellos de México, Cancún, está de fiesta, pues celebra 43 años de su fundación. ¿Puedes imaginarte cómo era este sitio hace poco más de cuatro décadas, cuando era habitado por un pequeño grupo de familias que se dedicaba a la pesca? Las fotos nos dan una idea: Selva baja, manglares y amplísimas playas de arena tan suave como talco y ese azul que sigue cautivando a quien lo mira por primera vez.
Se les llamó “pioneros” a aquellos que se aventuraron a estas tierras para imponerse sobre las fuerzas de la naturaleza y construir uno de los complejos turísticos más bellos del país. Hoy, cuando llegas a Cancún desde el aeropuerto se aprecia a la entrada de la ciudad una réplica de la primera torre de control que tuvo este paradisiaco lugar.
Cancún, como ciudad joven, no cuenta con la arquitectura de las ciudades coloniales. Incluso, durante mucho tiempo careció de una identidad propia. Sin embargo, conforme se integró su población, se hizo de un perfil propio, hermanado con sus vecinos Yucatán y Chiapas. Hoy es una ciudad que se equilibra muy bien la tranquilidad con la efervescencia del turismo.
Si te encuentras de vacaciones en la Zona hotelera, aborda uno de los camiones que te lleva al Downtown o centro, en la Avenida Tulum. Ahí es donde podrás saborear el auténtico ambiente de Cancún. Date una vuelta por su Palacio Municipal y el parque de las Palapas, anímate a saborear las marquesitas, provenientes de Mérida. Encontrarás varios restaurantes con sabor yucateco y oaxaqueño principalmente.
Disfruta de los colores del Mercado 23, que es el mercado de artesanías. Ahí podrás comprar hamacas, ropa de lino, lámparas y otras curiosidades hechas con concha de mar, textiles tradicionales de Chiapas y Yucatán, entre otros.