En el lenguaje coloquial de Canarias el término percal indica como el grupo de individuos que se reunen con un mismo fin. Por ejemplo, ahora que estamos en Carnavales, diríamos algo así como "se cuece mucho percal por las calles" haciendo referencia a que hay multitud de gente. También podría considerarse una jerga con la que los jóvenes, chicos o chicas, identifican a quienes le resultan atractivos. Así, es fácil escuchar conversaciones del tipo: "¿hay mucho percal por ahí o qué?" En el caso del artículo, nos referimos a la primera acepción y tiene que ver con vigilantes de seguridad precisamente en Carnavales.
Como se podrá intuir, soy canaria. Y debo confesar que en Carnavales, en más de un "chiringuito" (puesto de bebidas al aire libre) era más que necesaria la labor de los vigilantes de seguridad privada. He ido muy poco a las fiestas de este año reconozco que por falta de tiempo, pero las dos veces que he ido, he notado bastante la ausencia del trabajo de vigilantes.
Y me explico. No quiero decir con ello que no haya habido seguridad. Sí que la había y mucho. De hecho, había policías en cada uno de los accesos a la zona de chiringos, y una vez dentro también había vigilantes de seguridad, pero estos iban de un lado para otro controlando precisamente el percal.
El problema es que quizás en un momento dado se encontrasen en una zona desde la que no podían controlarlo todo. Entiendo que el trabajo de vigilantes es muy complejo y en estos momentos festivos más aún, pero si hay algo que me mata de ir a una fiesta es tener el miedo en el cuerpo de pensar que va a pasar algo. Vamos, no sentirme segura. Y esa fue la experiencia que me hizo regresar a casa, porque sí, había bastante seguridad, pero era más multitud que no podrían controlar.
