Cuando comienzan a aparecer grietas en la pared de nuestra vivienda es difícil dar un diagnóstico claro sin conocer a la perfección los elementos estructurales y su composición con lo que nos dará un completo feedback de cuál puede ser el origen de la aparición de grietas y fisuras, algo que con el paso del tiempo, aunque en ocasiones de manera bastante lenta, siguen avanzando progresivamente, con el consiguiente peligro.
Se deben observar todas las fisuras existentes, analizándolo todo: su inclinación, bordes, si está estabilizada, si hay inclinación de forjados, corrosión, descuadres de puertas y ventanas, etc. con lo que controlar en todo momento cuál es la magnitud del tema que se está tratando, aunque hay que decir que no todas las fisuras son sencillas a la hora de identificarlas.
Para aquello casos más difíciles se deben realizar ensayos de penetración, colocación de testigos, ensayos con ultra sonidos, cámaras termográficas, calicatas o la colocación de fisurómetros que puedan revelarnos la cantidad y magnitud de las fisuras con las que cuente nuestro hogar.
Una vez realizado el estudio se pueden observar cuales son las posibles causas, entre las que pueden estar movimientos o cesión puntual en la cimentación, ocasionados por diversas patologías de la zona de asiento o por una mala consolidación de suelos, a la presencia de acuíferos cercanos o una vía de agua tras una avería o rotura de conductos ocasionando procesos de corrosión en las cimentaciones, un mal uso del edificio o ampliaciones en la edificación o una modificación mal realizada en lo referente a condiciones de estabilidad entre otros.
La gravedad del asunto dependerá directamente de la clase de cimentación así como de la rigidez de los elementos constructivos, de la distorsión angular admisible del cociente entre el asiento diferencial de los pilares y la distancia entre ellos.