Ya hace un mes que vivo felizmente con mi nueva pareja en nuestro nuevo hogar y en otra ciudad. Hace treinta días o más, estaba convencida de que todavía tardaría otros dos meses en hacerlo; o al menos, en hacerlo sin tener ninguna preocupación con respecto a mi exmarido y todos los vínculos que me ataban a él. No es que nos divorciáramos por nada extraordinario más allá de que las cosas nos iban mal desde hace tiempo y al final ocurrió lo inevitable: yo conocí a mi actual pareja, él a la suya y nuestro matrimonio se convirtió en una farsa. El caso es que la farsa no duró demasiado porque tuvimos la suerte de encontrar a quienes nos agilizaran los trámites con eficacia en esto del divorcio en Madrid.
El divorcio no siempre es fácil; puede que tengas la mala suerte de contactar con abogados nada competentes que no hagan sino complicarlo todo mucho más (eso fue lo que le ocurrió a una amiga mía. Sin embargo, nosotros no tuvimos esa mala suerte, y tanto es así que una vez firmamos definitivamente los papeles nos separamos con cierto atisbo de amistad; al fin y al cabo, nos quisimos durante mucho tiempo. Si el divorcio en Madrid hubiera empeorado las cosas, es probable que las tensiones y los recelos de los últimos años hubieran terminado aflorando de nuevo.
Pero no fue así y por ello estoy muy contenta. Tanto, que decido escribir esto tras haber recuperado la paz, el amor y, con todo ello, la felicidad. Seas hombre o mujer, si estás en la situación que estuve yo, no te lo pienses: en Madrid encontrarás abogados decentes que te facilitarán mucho las cosas. Lo único que tienes que hacer es buscar bien y a fondo; no tardarás demasiado en dar con ellos si haces lo que hice yo, y con paciencia.