El falsificador de la Biblia

El falsificador de la Biblia

En el Apocalipsis de Juan se lee: «Sal de ella, pueblo mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus plagas», se podría decir que es una llamada a abandonar a la ramera babilónica, la que en el transcurso de los siglos se interpretó como que era la Iglesia, que fue la que se puso en lugar del cristianismo de los primeros tiempos. Por eso la pregunta es: ¿cómo puede ser que este párrafo haya quedado dentro de la Biblia?

Jerónimo ocultó algunas expresiones y textos de los evangelios originales, pero también dejó otros que no son del agrado de la silla de san Pedro. Jerónimo tenía una personalidad muy variopinta, como sucede con muchos teólogos. Del Papa Dámaso recibió en el siglo IV la tarea de hacer un texto unificado en base a los muchos textos que todavía existían. Más tarde en una carta al Papa escribió: «Más de uno que tan pronto como tome en sus manos esta Biblia me llame falsificador y  sacrílego de la religión, ya que he poseído el atrevimiento de agregar algunas cosas a los libros antiguos, cambiarlos o corregirlos» (J. P. Migne, Patrologiae cursus completus, series Graeca –MPG– 29)

Esto significa que Jerónimo tuvo que tomar decisiones propias y doctrinarias. Es preciso considerar que él quería hacer carrera en la Iglesia, llegar incluso al papado por eso aceptó la tarea, a pesar de que en el fondo de su alma seguramente sabía que muchas cosas en la Biblia no eran correctas.

Vida Universal

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