El ginseng ha sido utilizado desde hace siglos como planta medicinal en Asia. Existen varios tipos de ginseng: El americano y el asiático o coreano son considerados los auténticos, porque provienen de la variedad de plantas panax, mientras que la otra especie que es la tibetana es una variación y procede del eleuterococo. La parte utilizada de la planta es la raíz, porque es donde se acumulan todos los principios activos.
El ginseng coreano (Panax ginseng) es originario de China y se cultiva en Corea. Su raíz contiene una riqueza constante en principios activos, debido a las especiales condiciones del terreno y el clima de la región en que se desarrolla. Por este motivo es la más utilizada.
El ginseng contiene: Saponinas, ginsenósidos, que son responsables de algunas acciones como la estimulación del cerebro o la activación de las glándulas sexuales. Además contiene vitamina A, vitamina C, vitamina B1, vitamina B2, vitamina B3, vitamina B6, vitamina E, ácido fólico, vitamina b12, biotina, ácido pantoténico, y minerales como calcio, hierro, fósforo, yodo, magnesio, zinc y cobre.
El ginseng se ha utilizado desde hace siglos para ayudar a combatir problemas de estrés y depresión, pero sobre todo en problemas de cansancio, ya que sus principios activos estimulan el organismo. Por su contenido en componentes que ayudan a mejorar la circulación sanguínea, ayuda a mejorar el colesterol y además produce una estimulación del cerebro, que nos puede ayudar en momentos de máximo rendimiento mental.
Hace siglos el ginseng también se consideraba un afrodisiaco por sus beneficios sexuales, ya que ayuda a la relajación y a una relación sexual más placentera.
No se recomienda el uso del ginseng a personas con problemas cardiacos, de tiroides, jaquecas frecuentes o hipertensión.