Fiesta de disfraces

Fiesta de disfraces

Lucy cumple años en octubre y es por eso que ahora organizó una fiesta de disfraces en el enorme jardín de su casa, le dijo a sus amigas que decoraría padrísimo, pondría telarañas de imitación por todos lados y que disfrazaría a la servidumbre de zombis. --¡Qué puntada! Dijo Carmen, pensando en qué disfraz ponerse. Fue al centro a buscar inspiración, no quería ser Gatúbela como aquélla fiesta del año pasado, aunque se veía es-pec-ta-cu-lar, ya estaba pasado de moda, aparte quería un disfraz original, y no andar compitiendo con otras Gatúbelas en la fiesta.

Caminó mucho entre tiendas que exhibían largos satines y mucha pedrería, en la esquina de Santa Mónica un aparador llamó su atención, detrás del vidrio, varios maniquíes se engalanaban con vestidos de novia extravagantes y muy hampones. A Carmen le brillaron los ojos, el deseo reprimido por casarse se manifestó en una lágrima disimulada. Se secó con la manga de su saco de ejecutiva triunfadora.

A pesar de que los vestidos de novia estaban muy por debajo de su gusto estaban muy estaban muy cerca del presupuesto planeado para el disfraz perfecto. Así que entró a la tienda y se probó un par de vestidos, su mirada ilusionada ante el espejo le decía que a pesar de ser feos, ella se veía hermosa, pagó con su American Express.

El día de la fiesta de Lucy llegó y Carmen preparó todo un ritual para arreglarse y ponerse el blanco ajuar, se hizo un peinado de salón y un ramo de flores naturales, cualquiera diría que los nervios son porque espera no ser vista por el novio antes de la ceremonia, pero no.

Estacionó su lujoso auto, bajó con cuidado, se sacudió la seda falsa, entró triunfante al enorme jardín de Lucy arrastrando su enorme velo y se topó con otras siete chicas ataviadas con sus vestidos de novias y ninguna Gatúbela.

Lorena Somocurcio

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