Como padres estamos pendientes de la salud y desarrollo de nuestro bebe, es por eso que debemos ser concientes de que no es sólo una alimentación correcta, la higiene, y la satisfacción de los cuidados básicos lo único que determina la salud de nuestros hijos.
Como adultos, por experiencia propia podemos darnos cuenta que a lo largo de nuestras vidas, nuestro estado de ánimo influye en la capacidad de tomar decisiones y en muchísimos aspectos de nuestra vida. Podemos actuar en pos de la enorme influencia que ejercen lo sentimientos sobre nuestra salud. Pero tener presente que nuestro estado de animo influye sobre la salud de los niños es muy distinto. Pocos tomamos verdadera conciencia que nuestra propia emotividad es capaz de influir positiva o negativamente en la salud de los bebes.
A lo largo del día, un bebe experimenta distintos estados de animo. Muchas veces las situaciones cotidianas lo desorientan y no saben cómo reaccionar; los vemos mezclar alegría, sorpresa y llanto con una facilidad asombrosa.
Nosotros influimos en ello hasta cuando no queremos hacerlo, ya que todo el tiempo nos comunicamos con él y de diversas formas. No podemos evitarlo, nuestro ánimo rige su comportamiento y lo marca para conductas presentes y futuras.
Los niños aprenden a ver el mundo a partir de aquellos con quienes comparte su tiempo. Es así como sin darnos cuenta lo inclinamos a determinadas conductas, hasta cuando no estamos de acuerdo con ellas.
Los pediatras recalcan que los niños felices crecen más saludables. Las obligaciones cotidianas no nos regalan tregua y trasladamos las presiones a todos los ámbitos, pero estas obligaciones no deben impedir que disfrutemos de momentos placenteros y distendidos.
Disfrutar de las pequeñas cosas, es uno de los placeres más gratificantes en la vida…aprender a valorar y disfrutar el tiempo junto a nuestros hijos, es regalarnos y dar salud.
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