En breve los médicos se sentirán impotentes ante enfermedades desconocidas. Las clínicas se llenarán tanto de personas con enfermedades anímicas, como de afectados por la irradiación atómica, que reacciona de manera diferente a la irradiación radioactiva, que es cada vez más intensa.
Muchos médicos reconocerán su incapacidad, pues fracasarán en el ejercicio de su oficio. Las enfermedades del futuro se basarán mayormente en daños radioactivos que hay que atribuir a la contaminación atómica. Los alimentos, medicamentos y remedios naturales estarán también con el paso del tiempo contaminados.
Las causas que hacen que una enfermedad se manifieste serán tantas y tan diferentes, que los médicos tendrán que reconocer que no saben qué hacer, o bien abandonarán toda cordura y administrarán irresponsablemente medicamentos y dosis de rayos que no sólo provocarán malestares incrementados, sino también sufrimientos y torturas anímicas.
Más de algún médico reflexionará y comenzará a aplicar la beneficiosa terapia integral, la que vale primero para el alma y después para el cuerpo. Esta terapia la pueda aplicar sólo aquel que ha analizado y reorientado su vida, partiendo del pensamiento humano-intelectual, hacia el reconocimiento espiritual y la sabiduría divina. Cada uno ha de reconocer su ego, su falso comportamiento y estar dispuesto a superarlo paulatinamente, es decir no hacer más lo que va contra la ley de Dios. Así son instruidos los médicos en Vida Universal. Ellos son los que primero se preparan para después ayudar y servir al prójimo de acuerdo con las legitimidades divinas.
Vida Universal
www.vida-universal.org
