Desde nuestros tiempos en los institutos, nuestros profesores de la educación física nos enseñaron que la mejor cosa que debemos dar cuenta es nuestra aptitud física. No todo puede tener el cuerpo de un atleta. Sin embargo, todo el mundo tiene que tener la aptitud adecuada para su propia vida. Y esa cambia entre varias personas.
Según la definición tradicional de los expertos en esta ciencia, la aptitud física es la capacidad de llevar a cabo las actividades cotidianas normales (es decir trabajo y asueto, entre otras cosas más) con vigor y eficacia, sin fatigarse demasiado, y aún teniendo suficiente energía para disfrutar pasatiempos y encarar emergencias imprevistas.
Como las actividades de cada persona varia, también varia el nivel necesario para ellos. Por ejemplo, los atletas necesitan mejorar su aptitud más que una persona que no hace nada más que trabaja en las oficinas, sentada en frente la computadora. También, entre los atletas, los jugadores de rugby necesitan una aptitud distinta a los arqueros.
Mucha gente va al gimnasio para mejorar su aptitud física. Sin embargo, ir en el gimnasio no basta. Como los otros no tienen idea de lo que debe mejorar, tratan de utilizar todas las máquinas de ejercicio que pueden ver sin saber como pude nos ayudar. No es necesario ser genio para saber que no tendrá muchos efectos en nuestra aptitud.
Para que tengamos los mejores resultados, es necesario saber las actividades que solemos hacer y las cosas que queremos lograr. Solo con esto que podemos ver resultados verdaderos.
